José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Gota a gota

01/03/2024

A la vista del resultado podríamos pensar que es culpa de un tornado, cuando basta una ráfaga de viento. Si me apuran, incluso el impacto de una hoja seca desprendida de un árbol. O una gota, una simple gota de agua, por mucho que imaginemos un sunami que nos arrasa. Nuestra visión cortoplacista se queda solo con el efecto y no con las causas reiteradas. En los sistemas complejos, el aleteo de una mariposa obra milagros o desastres, pero ese aleteo es el último de una acumulación, repetida una y otra vez, machaconamente, sobre la naturaleza o las obras humanas, truncando un comportamiento lineal y progresivo, haciendo que las cosas colapsen catastróficamente.

La gota que colma el vaso a veces se nos manifiesta cual casa derrumbada, como ocurrió hace unos días en la plaza de las Vacas; tildamos de ruina algo que no es sino exceso de vida desatendida. Muchas gotas, hojas y aleteos de mariposas encima. Antes fue otro edificio cercano, el año pasado el muro de las Gordillas, alguna piedra en la muralla de cuando en cuando. Cual glaciar Perito Moreno, rompen el día menos pensado, pero sin las masas de turistas pendientes de inmortalizar el evento en TikTok o Instagram.

Esa gota es la misma que uno de estos días caerá sobre el Atlántico Norte: con su dulzura parará definitivamente la AMOC —antes se hablaba más de la corriente del Golfo— que nos permite vivir la Europa cálida que conocemos. La que corrió, perlando de sudor, la frente del exministro Ábalos cuando el otro día decidió resistir, nadie sabe con qué consecuencias. Es la gota de gasolina de un tanque ruso que puede incendiar Europa mientras debate la gota de aceite de la política agraria común. La que desata una primavera árabe, un mayo del 68, una crisis financiera, una revolución, una debacle.

Disculpen mi pesimismo, estimados tres lectores, pero me da por pensar Ávila bajo un paraguas, escuchando llover sobre desmoronados muros, asombrada al recordarlos un tiempo fuertes. Ávila, nuestro metafórico paredón sobre el que, durante décadas, siglos, han estado cayendo suaves gotas. Hasta que un día lo haga la última.