José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Cuentas, no cuentos

12/05/2023

Estimados candidatos: permítanme el trato de usted, aunque su publicidad me tutee, es costumbre que mantengo con mis fieles tres lectores y no veo por qué cambiarla en su caso. De antemano pido perdón si el masculino plural los incomoda y no consideran representadas en él a las candidatas de sexo femenino; hace años decidí que, de ser fiel a algo, fuese a la gramática. Ya que la ley electoral los autoriza a torturarme durante dos semanas con lo que algún ser cruel y perverso llamó campaña electoral, abuso de esta tribuna que Diario me ofrece y les brindo algunas reflexiones, a título estrictamente personal. Solo soy uno de sus posibles cuarenta y cinco mil votantes, pero ya que parecen prontos a escuchar estos días, no como resto del año, confío en que no caigan en saco roto.
Cuanto más pequeño un pueblo todo es más cercano y se debate en el bar, si queda alguno. Ávila es un pueblo grande. Pasaron los tiempos de montar altavoces en un «cuatro latas» y ensordecer la siesta con soflamas —tampoco cambiaría nada, considerando los cohetes de Las Vacas—, los carteles engomados son hoy caras colgadas en farolas —mejor serían más lúmenes—, los mítines solo sirven para las fotos y las redes sociales para que las lean los acólitos y comenten los troles: adapten sus desvelos a nuestra limitada grandeza.
Evítenme la rimbombancia, inútil amén de antiestética. Es cierto que sus asesores los empujan a la frase sonora y al titular llamativo ante la prensa —déjenla que elija lo que ustedes dicen, no hace falta que le manden notas de prensa para que diga lo que ustedes quieren que diga que han dicho—; por favor, mírense al espejo mientras se lavan los dientes y mediten si merece la pena. No me repitan cual loros lo que es más evidente que el orto por el este: Ávila necesita industria, hacen falta más comunicaciones, la sanidad ha de mejorar, la guerra es mala y el amor es bueno. Quiero saber qué propuestas tienen, caso de estar alguna en su mano, no diagnósticos de primero de primaria. Y no me prometan trabajar en cuerpo y alma, ni veinticuatro horas al día, ni al cien por cien, que es malo para la salud. Quiero gente normal, no héroes ni interesados sufridores.
Aquí nos conocemos todos, no se me reinventen o pretendan ser quienes no son, exploten en cambio lo que sí son. Háblenme de lo que han hecho y dejen de decirme lo que el contrario hizo mal, no elijo mi voto en función de quién es más acusica. Hay que valorar gestiones, pero prefiero juzgarlas sin la ayuda de su dedo delator. Rogaría que me hablasen de Ávila, no del franquismo, de gobiernos Frankenstein o de la guerra de Ucrania, pero tampoco se escuden en Ávila y el abulensismo para ocultar su ideología: quiero saber qué opina del mundo y la vida aquel al que voto, los tintes populistas suelen ser máscaras ocultando rostros culpables.
Supongo que lo siguiente será presentar programas en satinados folletos, con mesas, carpas y globitos. Eviten gastar el dinero en papel, que está muy caro. A mí, el programa electoral dénmelo en una Excel. Metan los capítulos y apartados contables del Ayuntamiento y díganme qué valores tendrán los próximos cuatro años. Porque de cuentas entiendo un poco, pero nada de cuentos.

ARCHIVADO EN: Ávila, Sexo, Sanidad, Ucrania