José Ramón García Hernández

Con la misma temperatura

José Ramón García Hernández


¿Qué harías tú en …?

18/06/2023

La anécdota me la sirve en bandeja una situación vivida con un gran amigo que es guionista en Hollywood y que me retaba con una metáfora muy de fondo que se la cuento a todos los que llegan al final de mis artículos.  Y aunque a mi esta pregunta siempre me recuerdan al maléfico ¿y si? o al más prosaico ¿Qué harías tu en un ataque preventivo de la URSS? Que sonaba gracias a Polanski y el Ardor en 1982, les confieso que no dejan de provocarme. A ver qué harían ustedes.

Petter acaba de llegar a una casa donde iban a servir un almuerzo de postín. Era un almuerzo en el que se cuidan todos los detalles, pero por algún extraño privilegio del que gozan todos los que viven en el desenfadado mundo del arte norteamericano, podía ir vestido de manera informal. Por un malentendido entendible, solo se comunicaban por mail y no por SMS o WhatsApp, y resulta que habían quedado a horas distintas. El se presentó en la casa a las 12 del mediodía y el anfitrión pensaba que habían quedado a las 13 horas. 

En esa casa donde pululan muchas personas, la encargada de organizar la comida, sabía en su justificación y sin preguntar mucho, que iba a acudir un cocinero sueco para preparar el menú. Esta encargada pensaba que tenía tiempo de sobra y cuando llegó un señor afable y desenfadado, vestido de calle, aunque elegante, presionada por el tiempo y la eficiencia, le hizo pasar de inmediato a la cocina. Ella no hablaba inglés y mucho menos sueco y por lo tanto y de forma súbita le sentó con una energía suiza en la mesa de la cocina, sin mediar preguntas, y le sirvió un vaso de agua que no había pedido, y mientras le acomodaba encajándolo en la silla, le empezó a explicar en italiano donde estaba todo en la casa. Un frigorífico para la carne, la quesera, la bodega, y los modernos utensilios de cocina. Como Petter no daba crédito a ese afable ataque de energía, la encargada lo empujaba y lo llevaba deambulando del brazo, casi a rastras, por toda la cocina. En su lógica desesperación, la encargada llamó al anfitrión. – Ha venido el cocinero, no entiende el italiano, pero parece muy dispuesto y dice que le da tiempo de sobra. -Fenomenal, le respondió el anfitrión. Por favor ayúdele con las viandas, córtelas para ayudar, porque ya anda escaso de tiempo para tener todo a punto.

A su vez, llamaron a la puerta y se presentó un cocinero sueco al que la encargada despidió con cajas destempladas porque ya había otro cocinero y para una comida sencilla no necesitaban más. Así andaban las cosas cuando el anfitrión pidió a su ejecutiva que llamara por favor a Petter para decirle que se retrasaba una media hora y que si era posible le llamara a su número que no habían intercambiado previamente.

Petter a escondidas de la encargada sacó el teléfono y cuando el anfitrión le pidió excusas por acudir media hora tarde, Petter le recordó que habían quedado hacía una hora y que estaba en la cocina. El anfitrión que sabía que Petter tenía una casa cercana y desde donde se podía divisar la cocina del anfitrión, no prestó más atención a este detalle, hasta que Petter le dijo:-no puedo esperar más. El anfitrión saltó de su resorte y le preguntó: Petter estás en mi cocina o en la tuya. Petter gritó como pidiendo socorro :¡en la tuya y quieren que prepare yo la comida!. El anfitrión le pidió: por favor no te muevas, llego enseguida. Llamó a la encargada, le explicó que era el invitado noruego y no sueco y la encargada empezó a jurar en chino.

Cuando llegó el anfitrión, había un invitado perplejo, una encargada que no se explicaba como podía haberla liado parda, y un anfitrión arrepentido de su confianza en la tecnología y sin cocinero. Con humildad, se quitó el traje y se puso a preparar la comida para ambos mientras que los dos no dejaban de reirse. Petter en su inteligencia para quitar hierro al asunto y porque está acostumbrado a estos giros de guion. El anfitrión porque pensaba que la realidad siempre supera a la ficción. Y la anécdota me jura Petter que es real.

Y la metáfora es que todos debemos ponernos en la piel de cada uno de los personajes de esta historia para ver cómo habríamos reaccionado, y eso es vuelve cada vez más humano los aciertos y errores que profesamos.

ARCHIVADO EN: Arte, Hollywood, Suiza