Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Defender una idea y la contraria

12/11/2023

Recuerdo que la fundación de una entidad financiera, por cierto, ya engullida por la reconversión bancaria, lanzó hace unos años un concurso llamado 'Foroidea' entre jóvenes estudiantes, consistente en verificar la capacidad de los equipos concursantes para defender el argumentario de un postulado y, a su vez, estar preparado para hacerlo con una posición totalmente opuesta e igualmente persuasivo, en función de lo que tocara en suerte en el debate. Los objetivos de este concurso tienen, paradójicamente, mucha similitud con el actual proceso de investidura de Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno. 
Por lo visto hasta ahora, esa capacidad no es exclusiva del aspirante. Basta bucear en la hemeroteca para corroborar que muchos miembros de la clase dirigente hacen gala de esa extraña cualidad que es defender una idea y la contraria, dependiendo del interés de cada momento. Y, además, asumirlo sin ningún rubor y con una absoluta permeabilidad que raya el mínimo respeto hacia la sociedad civil. 
Sin embargo, llama la atención más que nunca esa deleznable forma de proceder, lo cual es una muestra más de esa apatía que hay entre gran parte del electorado. Las revueltas callejeras que ha suscitado este cansino proceso de investidura constituyen un buen ejemplo de todo lo anterior, porque nos encontramos con análisis por parte de defensores y detractores que, curiosamente, defienden posiciones contrarias a las que sostenían en los conflictos registrados en Cataluña en octubre de 2017. 
Vaya por delante que el derecho a manifestarse es legítimo y constitucional, pero dentro del orden y la ley, denunciando cualquier acto de vandalismo y extorsión. Como del mismo modo, cabe ser críticos con la manipulación política de contar el relato de los hechos con interés partidista. 
La calle no deja de ser la jungla perfecta y el habitual escenario para airear las expresiones más radicales, pero quienes abogamos por movilizaciones pacíficas somos también conscientes de que suelen dinamitase por las corrientes más extremas, tanto de derechas como de izquierdas. Si creemos en la democracia en toda su extensión, no debemos ser víctimas de ninguna manipulación y, mucho menos, diana de los extremistas. Es hora de velar por el sentir de esa gran parte de la gente, habitualmente silenciosa, y obviar la gresca de esa minoría experta en la inhabilitación ciudadana. 
Tampoco 'compremos' las dobles versiones de nuestros representantes púbicos, muchos de ellos grandes expertos en hacer valer impunemente sus opiniones contradictorias en función de su exclusivo interés personal y el oportunismo político. El acuerdo con Junts y el prófugo Puigdemont da carta de naturaleza a esa doble moral que poco tiene que ver con el interés general de España y sí mucha relación con las ansias personales por renovar el poder, otorgando un cero al valor de la palabra.