Hace apenas unas semanas que se inició la legislatura local. Por delante 1460 días en los que Ávila, sus ciudadanos y visitantes tendrán que comprobar si la ciudad avanza o sólo se sostiene sobre sus murallas medievales. El comienzo no ha sido lo mas esperanzador, pues en cuestiones menores como es la organización política interna del Ayuntamiento el equipo de gobierno pasó de no dar voto a la oposición (PP-Vox) en la Junta de Gobierno (mayoría de PorAvila) a cambiar en apenas dos días (publicado BOP) y admitirles con voz y voto. Ello unido a otras propuestas, como fue el incremento en las retribuciones por asistencia a plenos de los concejales elegidos –tampoco salió adelante– conforman lo que en puridad es una marcha atrás.
Este primer pulso no será el último a tenor del resultado que arrojaron las urnas. PorAvila no tiene solidez para gobernar los cuatro años que restan por delante, en lo que puede ser una repetición de la insustancial legislatura 2015-19. La incomodidad del actual alcalde y su equipo –a falta de un colaborador duradero (PSOE se sienta cercano)– va a provocar, además de tensiones propias del cargo y sueldo, retrasos, demoras, indecisiones e inseguridades tanto en la propia gestión pública, como muy particularmente en la actividad privada a la cual se la cargará de excesiva y lenta burocracia alejando proyectos e inversiones.
Tras la campaña electoral y el discurso de toma de posesión del actual Regidor no hay sobre la mesa ni grandes novedades, ni planes ilusionantes (un misterioso plan de movilidad urbana que puede estrangular la ciudad). Más allá de la manida RPT de los trabajadores municipales, que poco o nada le va a servir a la ciudad y sus habitantes, la realidad es que se presagia un continuismo perverso nada ambicioso y escasamente productivo, al menos para los abulenses. En la raíz de todo ello y al margen de componendas políticas, se encuentran las carencias de ideas, falta de creatividad y un débil empuje, muy falto de alianzas externas, para una ciudad que aún está anclada en el s. XX.
Cada una de las formaciones que concurrieron a las pasadas elecciones elaboraron en sus programas una serie de propuestas, en su mayoría excesivamente generalistas, reiterativas, obvias y poco imaginativas –varias coincidentes–. Nada lúcido que llame la atención para una ciudad que desea, como dirían los singles, que la den un buen revolcón. Repasando algunas de esas propuestas realizadas en campaña –publicadas en este diario– me ha costado elegir, al menos una, de cada partido con sillón en el salón de plenos del Ayuntamiento que pueda considerarse atrayente. Ninguna sorprendente, ni fascinante. Plan de rehabilitación de edificios ruinosos y mejora integral del alumbrado (VOX); transformación del Tiro de Pichón en un espacio deportivo de fútbol (PP); creación de un Centro de Alto Rendimiento en la Ciudad Deportiva (Psoe); recuperación de tradiciones y fiestas abulenses garantizando su gratuidad (PorAvila).
En Ávila Capital, si tras las elecciones generales –punto de inflexión–, el equipo de gobierno no encuentra una pareja estable, tendrá que gobernar utilizando métodos anticonceptivos y por el momento, a falta de implantes, inyectables, dispositivos intrauterinos o preservativos, el primer método utilizado ha sido una marcha atrás –coito interrumpido–, que ya utilizó la legislatura pasada en al menos dos planes vitales para la ciudad.