Pilar Álvarez

Lo social

Pilar Álvarez


Un poco de análisis al presente...

20/12/2023

El hombre es un ser efectivamente vinculado a las personas, cosas y vínculos familiares. Lengua, cultura, amigos, trabajo, una patria, usos y costumbres, y en todo esto se desarrolla como persona. Por tanto necesita de la sociedad para echar raíces. No nos damos cuenta que en este siglo XXI donde disfrutamos y vivimos en sociedad «tolerante» ésta ha costado siglos de lucha y esfuerzo. Hoy, todo lo que nos rodea y tenemos, nos parece normal. Si analizamos un poco, nos daremos cuenta que estamos «sometidos en todo momento a una socialización» más o menos intensa, dentro de grupos o contextos sociales, los más importantes, la familia, amigos, relaciones laborales, etc.
Pero como todo lo humano, la familia también tiene defectos reales, estaría ciegos quien no los viera, pero debemos hablar y actuar en favor de la familia; después de todo, la familia es el primer y mejor Ministerio de Educación, (y el mejor Bienestar Social). Con ello llegamos a la conclusión de que la familia es la más amable de las creaciones humanas. Solo ella es capaz de transmitir con eficacia valores fundamentales, que dan sentido a la vida, siendo ella misma escuela de vida personal.
He querido recordar precisamente en estas fechas navideñas el valor de ser parte de una familia, y de ese Bienestar Social que se siente cuando se disfruta. Se logra, gracias a la convivencia, esa que ha de ser libre y pacífica, siendo necesario en ella un lenguaje apropiado, instrumento perfecto para compartir sentimientos, valores y proyectos, porque tanto la familia como la sociedad son un sistema de comunicación, y de intercambio. Lo primero que intercambiamos es la palabra. Esa que debe llevar una fuerte dosis de construcción de convivencia, en respeto, educación y conocimiento, más la empatía en igualdad al prójimo… 
Lo que no debemos hacer es llegar a la Navidad con las «pilas cargadas a las cenas familiares», sin antes haber hecho un buen examen de buenos propósitos para el momento, recordando nuestro comportamiento durante el año, con la sana intención de saber si estamos en situación de exigir, o de pedir disculpas.
Creo que esto último pocas veces lo hacemos, y nos dejamos llevar por fechas, tradiciones, por no ofender a otros integrantes familiares, etc.
Y nos metemos de lleno en algo que no sentimos, no disfrutamos, y lo peor, dejamos entrever que las circunstancias nos obligan. Sin darnos cuenta que desaprovechamos ese momento preciso, y precioso, como es el dialogo con claridad, el amor y respeto, en una  tolerancia de escucha del otro, para hacer más acertado el análisis de la situación creada desde hace tiempo. Pues sin interlocutor no tendremos la información precisa ante la situación, claro está si estamos en la  buena predisposición de solucionar ciertas desavenencias. Los niños, esos seres puros de rencores, y sobre todo, de desavenencias familiares, han de pasar las Navidades con su merecida infancia, sin olvidarnos de los abuelos, que por su trayectoria y sufrimientos anteriores desean paz, armonía y amor. 
Todos los años por estas fechas navideñas las encuestas siguen dándonos cifras de la soledad de las personas mayores, de los niños en el frío de las guerras, de las injusticias sociales sin resolver. De la necesidad de una sociedad menos materialista, donde la existencia humana entre en valor, donde se examine en profundidad el sentido de la Igualdad, el sentido de Justicia, tanto a nivel individual como colectivo. Si hacemos examen en estas Navidades, nuestro brindis sería por una Fraternidad llena de Concordia, con propósitos de enmienda.