Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


Soportando y sufriendo las juergas de algunos incívicos

25/05/2023

La calle Independencia y la de Ajates se convierten algunos fines de semana en una pista de carreras para unos pocos desalmados que lejos de respetar las mínimas normas de civismo y conducción, ponen en peligro la integridad de los demás y se ríen en plena cara de las restricciones de velocidad existentes en pleno casco urbano.

Esta vía, que nace bajando por la calle de Valladolid a la izquierda, se convierte en ruta de escape de la zona norte para algunos que tratan de esquivar la Carretera de Madrid, sobre todo a horas intempestivas, sabiendo que por allí apenas pasan "los municipales". Las consecuencias: golpes a vehículos aparcados junto a las aceras cuyo resultado demuestra una conducción claramente temeraria y daños graves a los mismos que el propietario encima tiene que asumir, porque estos elementos huyen vilmente sin dejar ni siquiera una nota. ¡Para eso están los seguros, hombre!

¿Y dónde está la Policía Municipal? Supongo que carece de efectivos suficientes, pero he sido testigo ya en varias ocasiones de ver el resultado de golpes nocturnos tremendos a vehículos estacionados que incluso han sido desplazados varios metros tras el enorme impacto. Hace algunos años al salir de una curva en la iglesia de San Andrés empotraron un coche contra una pared; en ese mismo lugar unos meses después otro golpe similar dejó tocado a otro turismo allí colocado, y hace unos días han dejado con graves daños a otro en la misma zona desplazándole más de cinco metros con el impacto, y golpeando de rebote a un tercero que se encontraba enfrente. Y por supuesto, huyendo del lugar sin dejar ni una nota. Lo intempestivo de la noche hace sospechar en las condiciones en las que debía ir el conductor o conductora. ¿Por dónde andaba la Policía Municipal?

Según me dicen algunos vecinos ya se han quejado en alguna ocasión a representantes municipales solicitando la instalación de algún badén o banda reductora, a lo que se les ha respondido que eso supondría un problema para los vehículos quitanieves; mera excusa pienso yo... pero algo deberían hacer. Poner cámaras detectoras de velocidad o algún método disuasorio efectivo antes de que atropellen a alguien, porque a esas velocidades el resultado sería fatal.

Alguna vez se ha colocado cierto puesto puntual de control de alcohol, drogas o radares móviles, pero estos puntos son localizados a los pocos minutos y difundidos en diversos grupos de redes sociales. Más bien los controlados son ellos, no los posibles infractores. Lo más efectivo sería patrullar de vez en cuando, moviéndose frecuentemente por estos lugares conflictivos.

Porque además, por estas calles también se soportan las fiestas nocturnas de barrios periféricos y discotecas cercanas con llamadas a los timbres a altas horas de la madrugada cánticos etílicos por la calle a las 4 o 5 de la mañana, o desplazamiento y volteo de los contenedores y a veces quema de los mismos. E incluso hay temporadas en las que se han divertido destrozando los espejos de los coches aparcados por allí. Hay que reconocer que estos vándalos son sólo una minoría, pero dan mucha guerra. ¿Dónde patrulla la policía municipal? Está claro que algo falla. ¿Pocos efectivos? O ¿son poco efectivos? Seguro que lo primero, o al menos eso quiero creer.

Personalmente he de reconocer que en un problema de este tipo que yo también he sufrido, el trato ha sido excelente por su parte y he creído ver en sus gestos claros signos de impotencia.

Por cierto, ¡viva la algarabía y la juerga, pero siempre que no se perjudique al prójimo!

Y hablando también de fiestas y procesiones, y "eso de respetar a los demás", me resulta curioso cómo algunas tiradas de cohetes más bien parecen bombas lanzadas al aire que a veces estremecen al personal de media ciudad. Digo yo si no se podría regular mejor la carga de pólvora y poner un pequeño límite a la detonación de esos artilugios. Y no es que sea un tiquismiquis y aguafiestas, sino que también pienso en las personas que trabajan de noche que a veces tienen que aguantar desde las 8 de la mañana o antes esos petardazos; pienso en los mayores con audífonos que sufren con ese tipo de explosiones, pienso en los que tienen TEA que entran en pánico con este tipo de acciones. Pienso también en las mascotas, especialmente en los perros, cuyo corazón casi estalla de estrés ante semejante estruendo, e incluso pienso en algunas pobres aves en plena época de incubación como las cigüeñas que han padecido un centenar de cohetes estallando junto a su nido en un evento en Madrigal haciéndolas huir despavoridas. En fin, los eventos de unos los aguantan o aguantamos otros. ¿Alguna vez encontraremos un equilibro? Me temo que va a ser complicado. Felices fiestas, que se aproxima el verano. :-()