El pasado de la Sierra de Ávila, en una novela de Joaquín Díaz

D. Casillas
-

Hoz y los petroglifos rupestres… recrea cómo vivían en esa zona en el calcolítico, acompañado el texto por fotografías

La historia de la Sierra de Ávila desde el calcolítico hasta el presente, sus leyendas, su tradición y, en esencia, el espíritu milenario que atesora, protagonizan la novela de Joaquín Díaz Jiménez que este jueves pasó por el programa literario 'El Episcopio presenta...' que organiza el Ayuntamiento, una obra de ficción con base en una labor de investigación muy apegada a la tierra que lleva por título Hoz y los petroglifos rupestres en la sierra de Ávila.

Explicó Joaquín Díaz, experimentado fotógrafo que por primera vez se ha lanzado a la aventura de escribir un libro, que Hoz… arranca al principio del calcolítico, periodo de transición entre el Neolítico y la Edad de los Metales, «antes de que el hombre trabajase la metalurgia», y que a partir de ese inicio va desarrollando una temática muy apegada al territorio al que homenajea.

Para escribir este libro, explicó, primero se documentó a través de la investigación histórica y también del conocimiento exhaustivo de esa tierra de la que habla, con especial importancia de los vestigios que de aquel pasado quedan en forma de petroglifos, esquistos, pizarras y otros 'documentos' en piedra, para una vez asentada esa base crear «una trama de ficción novelesca».

Coherente con su pasión por la fotografía, y demostrando que casa perfectamente con la literatura cuando la aporta algo, Joaquín Díaz ha acompañado la trama de su novela con 80 imágenes de petroglifos que ha ido encontrando en sus 'expediciones' por la Sierra de Ávila, para de esa manera dar una información más exacta, más ilustrativa de lo que cuenta.

Entrando en el contenido, el libro recrea la vida de aquellos poblados del calcolítico, y lo hace desde varias perspectivas, una de las cuales es la de convertirse el escritor a sí mismo en personaje que en una de sus salidas por aquellos campos se encuentra con Hoz, con el cual establece un diálogo que sirve al lector para conocer las costumbres de nuestros antepasados.

Fruto de esa conversación que salta la distancia de cinco milenios, y de lo que el autor ve en esa inmersión en primera persona en el pasado, es el relato que pinta con palabras lo que pudo ocurrir en la Sierra de Ávila. Así cuenta, por ejemplo, la vida cotidiana y los ritos que se celebraban en un poblado («deposita el recipiente, coge su cayado con una mano, con la obra sostiene a la Madre de la Fertilidad. El tambor no para de sonar… Se dispone a pronunciar su conjuro. ¡A ti Madre Tierra! ¡ Nuestra reina!»), la presencia de objetos llegados de «más allá del mar que está en medio de las dos tierras y otras ceremonias, la mayoría de las cuales se parecen mucho a las romerías que seguimos celebrando en nuestras ermitas».

De los once capítulos que conforman el libro, el último lo dedica Joaquín Díaz a compartir con el lector «mis aventuras por el campo para conocer lo que luego cuento, exagerándolas a veces un poquito para que tengan más emoción, como por ejemplo la ocasión en la que me perdí por la niebla o la que me vi metido en una batida de jabalíes mientras buscaba petroglifos».

vocabulario. También, para ayudar al mejor entendimiento de lo que narra, decidió el autor de Hoz… introducir un «vocabulario de palabras que se han usado y se siguen usando en nuestra sierra, palabras de pastores como achiperres (conjunto de cosas para hacer algo propio) o atasajonada (sentada con las piernas abiertas)».

Lo que no ha querido ofrecer Joaquín Díaz en el libro, por «prudencia ante la posibilidad de que pudiese poner en peligro alguno de esos vestigios del pasado a manos de gamberros o furtivos», es un mapa de los lugares donde se encuentran todos esos petroglifos que ha hallado en sus paseos por la Sierra de Ávila.