De cuando hasta ir a escardar podía ser divertido

M.M.G.
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Mediana de Voltoya se convierte en escenario de lujo para el corto 'Ya falta poco', de la cineasta y coreógrafa Sara Sánchez, que defiende el regreso a la sencillez de las raíces

De cuando hasta ir a escardar podía ser divertido - Foto: Ángel Garcés

Cuando íbamos a escardar al campo íbamos tan contentos. Nos llevábamos la comida, nos juntábamos con dos o tres cuadrillas... Y cuando íbamos a lavar, igual. Uno contaba un chiste, otro decía otra cosa... Pero a nosotros no nos faltaba de nada». Con unas sencillas frase resume María - hoy convertida en abuela, ayer una de las mozas de Mediana de Voltoya- su también sencilla infancia y juventud en un pequeño pueblo de Ávila en una época en la que, como también cuenta, no había tantas cosas como ahora, pero en la que nunca faltaron las risas y los buenos ratos.

Su preciosa voz en off es el hilo conductor de 'Ya falta poco', el corto que la directora y coreógrafa madrileña Sara Sánchez rodó el pasado mes de julio en Mediana de Voltoya, convertida en escenario perfecto para un trabajo que se caracteriza, además de por su cuidada estética, por los delicados movimientos de los actores, miembros de la compañía de danza de Sara.

Porque en 'Ya falta poco' son los movimientos de baile y las palabras de la abuela María los que transmiten el potente mensaje que Sara quería lanzar con su trabajo, todo un homenaje «a la sencillez que estamos perdiendo».

De cuando hasta ir a escardar podía ser divertidoDe cuando hasta ir a escardar podía ser divertido - Foto: Ángel Garcés«Vivimos un momento de inmediatez, de conformismo, de frustración», reflexiona la cineasta, que en nada se parece, dice, a aquella época en la que, como la abuela María, los jóvenes disfrutaban con sus amigos realizando las tareas del campo, bordando a las puertas de casa o lavando la ropa al aire libre.

«Necesitamos volver a la raíz, nos conformamos con poco», se refiere María al acelerado ritmo de vida en el que nos vemos inmersos en nuestro día a día y que nos hace, lamenta, perdernos el contacto con las personas, los animales o la naturaleza.

Sara encontró esas raíces en Mediana de Voltoya, a pesar de que no es su pueblo ni el de su familia. Sí lo es el de Marisa, una de las bailarinas y actrices que aparecen en el corto y nieta, además, de la abuela María. «Yo buscaba un entorno rural, que me acercara a las raíces, a lo natural, y lo encontré aquí», recuerda para Diario de Ávila los orígenes de su corto, el primero de su carrera como directora.

Sara se «enamoró» de Mediana de Voltoya y encontró en María a su narradora. Nos cuenta que, al principio, no quería. De hecho, fue 'engañada' por Marisa, su nieta, que grabó una conversación con ella sin decírselo. «Hablaron de cómo de feliz le hacía estar en el pueblo», se refiere Sara a aquella conversación, hoy convertida en guión cinematográfico, y en la que, sonríe la directora, María confiesa no reconocerse. 

Los tonos pastel de la ropa de los bailarines, la dorada luz que baña Mediana de Voltoya en las escenas del corto, los perros, burros y ovejas que se ganan también su protagonismo... Todo suma a la hora de crear un corto con una estética muy «medida» que lleva al espectador «a la calidez del verano». 

¿Y para qué es para lo que 'falta poco'?, preguntamos a Sara. «La verdad es que se puede interpretar de mil maneras», responde. Se refiere, por ejemplo, al 'ya falta poco para que acabe el verano'. O al más contundente 'ya falta poco para perder las raíces'.

Su trabajo, que quiere mover en festivales de videodanza o de cortometrajes, puede encontrarse en Youtube o en su cuenta de Instagram, Sarasanchez.y.