Un Corpus tan distinto como especial

M.M.G.
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El Obispo de Ávila presidió emocionado y agradecido su primera misa tras su alta hospitalaria y lo hizo abogando por la «unidad» de todos ante de excepcional situación que atraviesa el país

Un Corpus tan distinto como especial - Foto: David Castro

La de este domingo no era una festividad del Corpus Christi más. No lo era por muchos motivos. Uno, el haberse convertido en el primer Corpus que se recuerde sin niños de Primera Comunión sentados en los bancos de la Catedral. Pero también será recordado por ser el Corpus en el que no se celebró (y no por motivos meteorológicos) procesión con la Custodia de Juan de Arfe por las calles de Ávila. O como aquel en el que en los bancos del primer templo de la ciudad, lejos de estar abarrotados de fieles, quedaron semivacíos para garantizar la seguridad de todos.

El responsable de que todo esto fuera así tiene nombre de virus y estuvo también detrás de otro de los motivos por los que todos los congregados en la Catedral de El Salvador sabían que estaban viviendo un momento muy especial.

El obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, oficiaba su primera misa después de su alta hospitalaria, larga convalecencia causada por el covid-19 pero que quiso saltarse ayer haciendo un sobre esfuerzo que todos supieron agradecer para presidir tan solemne celebración eucarística.

Un Corpus tan distinto como especialUn Corpus tan distinto como especial - Foto: David CastroAgotado en algunos momentos, pero alegre de poder volver a celebrar una misa en la Catedral abulense, el prelado agradeció a todo el mundo el cariño enviado durante su ingreso. Y dio especiales gracias al personal sanitario, gracias al cual, dijo sin perder su sentido del humor, no está «enterrado en esta Catedral con el resto de obispos».

«Gracias, gracias, gracias», no se cansó de repetir Gil Tamayo, que en su homilía («perdón por haberla hecho tan larga, no tenía pensado hacerla, pero se ve que el Señor me ha ayudado», se disculpó sin necesidad al final de su intervención) reflexionó en no pocas ocasiones sobre la difícil situación que atraviesa el país en particular y el mundo en general. «Esta situación nos hace recobrar las grandes preguntas», planteó el obispo. «Son preguntas que trascienden a la vida y a la muerte», continuó. Preguntas que, en su opinión, coinciden todas en su respuesta: Dios.

«Qué bien nos viene esta festividad del Corpus para recordar esta dimensión», prosiguió hablando Gil Tamayo que, por supuesto, no olvidó el eje central de la celebración: el hecho de que «Cristo vive entre nosotros», dijo, «y está presente en nuestros Sagrarios».

Este domingo, como adelantábamos, no salió a las calles la Custodia de Juan de Arfe con el Santísimo en su interior. Esta procesión se sustituyó por una adoración pequeña en el interior de la Catedral y al término de la misa.

Pero antes de que esto ocurriera, los fieles pudieron escuchar al obispo abulense apelando a la «unidad de todos». Políticos, sociedad civil, familias, Iglesia... Gil Tamayo se refirió a todos los estamentos al hablar de una unidad que, recalcó, ahora más que nunca es necesaria para poder frente a una situación tan exigente.

«No tenemos derecho a la confrontación», subrayó el prelado, que fue más allá al asegurar que «tenemos que estar muy unidos de cara al curso que viene por la difícil situación que puede presentarse».

«Que esta pandemia, que pone ante nosotros obstáculos por el no contagio no nos separe a los unos de los otros», pidió Gil Tamayo. «Que no nos vuelva sospechosos unos de otros. Que no nos haga encerrarnos en el egoísmo personal del sálvese quien pueda», prosiguió, «sino que todos a una hagamos un esfuerzo de unidad»..

Cómo no, el obispo también tuvo muy presentes a las personas que han fallecido a causa de la enfermedad, a los que la padecen o han padecido y a sus familiares.