Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


El Prado y los Santos Inocentes

14/02/2023

El próximo día 8 de abril se cumplirán 25 años desde que se anunciara el denominado Prado Itinerante en el Palacio de los Águila en el centro histórico de la Capital Abulense. 12 han sido los ministros de Cultura que han tenido sobre su mesa desde entonces el proyecto (7 por el PSOE, 5 por el PP y de ellos 4 mujeres –dos por cada formación política–). Uno llegó a ser presidente del Gobierno y ninguno tiene entre los logros de sus mandatos haber inaugurado la sede de Prado-Ávila. Ese reparto lo completan 3 presidentes autonómicos y 5 alcaldes (prestos y dispuestos), incluido el actual que en su programa electoral tenía como propuesta culminar, en colaboración con el Gobierno central, el proyecto de subsede Prado –tampoco–.
Además de la fuerza de la voluntad política del ministro del ramo, le corresponde al Real Patronato impulsar la actividad museística de la primera pinacoteca nacional. Vengo escribiendo durante todos estos años –una vez al año al menos– que el Prado no vendrá a Ávila y es que no existe ningún interés en que el Prado-Ávila sea la realidad que inicialmente se pronosticó. Se da la extraña coincidencia que en ese Real Patronato del Museo del Prado se sientan hasta 4 de esos ministros de Cultura: Iceta, Pilar del Castillo –vicepresidenta del órgano–, Carmen Calvo e Iñigo Méndez de Vigo (se atrevió a anunciar la primera exposición con obras de Pedro Berruguete).
Los responsables políticos se han venido agarrando y escudándose con las inconclusas obras del Palacio de la Duquesa de Valencia, sin concretar cual va a ser el contenido efectivo («Prado-Itinerante», «Prado-Disperso», «Sala-Prado»...), ni su plan museístico sobre las ruinas de lo que era una idea genial y exclusiva que el paso del tiempo y la inacción ha convertido en algo insignificante y una burla a los ciudadanos de Ávila. Si todo lo actuado tuviera que enjuiciarse penalmente no sería muy difícil demostrar el animus necandi del Prado-Ávila. 
Vaivenes inexplicables y enigmáticos que se tornan en inconcebibles desde la semana pasada cuando el propio ministro Iceta (no ha tenido si quiera el gesto desde que fue nombrado de visitar una ciudad que tiene más muestras de cultura y patrimonio) anunció la llegada del que ahora se denomina «Prado-Extendido» al Palacio del Infantado en Guadalajara, lo que no es más que una copia de lo anunciado hace un cuarto de siglo para Ávila. Un agravio si cabe más humillante en las palabras del actual director de la pinacoteca que sobre el proyecto guadalajareño afirmó que «confía en que se realice a la mayor brevedad posible». 
A nadie se le escapa que la preferencia que debería tener la franquicia Prado-Ávila no va a servir como el gran reclamo cultural y turístico que se esperaba. Sería quedarse corto afirmar que ha habido traición a las ilusiones de unos ciudadanos cuyo escudo es «del Rey», «de los Leales» y «de los Caballeros». Más allá de que cada uno haga recaer la culpa y responsabilidad en quienes consideren, dentro de la larga cadena de gestores y representantes, lo único cierto es que no hay visos de una solución satisfactoria (menos aún en un año de promesas electorales). Ya que el legado hereditario de la duquesa no estableció qué tipo de museo debía ser no sería descabellado un nuevo enfoque con un museo de cera que con sus personajes explique, a todas las generaciones, la historia de este gran engaño a una ciudad y a todos sus santos inocentes.