Juan Antonio Lorenzo, destacado, respetado y 'escuchado' representante del PSOE abulense que fue consejero en el primer gobierno de la Junta de Castilla y León (1983), concejal en el Ayuntamiento de Ávila y procurador en Cortes regionales, ha fallecido a la edad de 72 años.
Con su muerte se va un político que desde una discreción ahora poco practicada, y que seguramente por eso también supo retirarse discretamente de la primera línea de ese mundo (a pesar de lo cual su voz sin estridencias siguió siendo buscada y escuchada por algunos de sus compañeros de siglas), llevó a cabo una importante labor de gestión pública y de consolidación con algo de didáctica, que entonces no venía nada mal, de la democracia que cuando él comenzó a estar en activo públicamente se volvía a estrenar en España.
Nacido en 1951, Juan Antonio Lorenzo realizó sus estudios en el Colegio Diocesano de Ávila y, tras cursar Ciencias Químicas en la Universidad de Salamanca, volvió a su ciudad natal en 1972 para trabajar en la antigua Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Ávila, empresa en la que ocupó el cargo de jefe de análisis de inversiones y que no abandonó hasta su jubilación.
En el año 1977, llevado por unas convicciones ideológicas volcadas en el progresismo que buscaba el socialismo, se afilió al PSOE, «con una gran ilusión por participar activamente en reforzar la recién nacida democracia, y con el único objetivo de participar en esa tarea como uno más», en una provincia en la que el partido tenía aún una estructura tan precaria que, recordaba él mismo hace unos años, «los pocos que formábamos parte de ella tuvimos que encargarnos de ocupar los cargos que había».
Las primeras elecciones municipales de la recuperada democracia, celebradas el 3 de abril de 1979, convirtieron a Juan Antonio Lorenzo en concejal del Ayuntamiento de Ávila, en la oposición frente a la entonces todopoderosa UCD, el partido del presidente del Gobierno abulense que en la capital consiguió 15 de los 21 ediles en liza.
En el año 1981 fue nombrado secretario general del PSOE abulense, y al año siguiente, con las elecciones del 28 de octubre en aquel horizonte que daba como ganador al partido que dirigía Felipe González, fue propuesto para encabezar la lista al Congreso por la provincia abulense, invitación a la que dijo que no porque, afirmaba, «no me veía yo para ese puesto».
consejero en la junta. Tras haber pasado por la política municipal y no querer entrar en la nacional, paso atrás suyo que significó el paso adelante de Jerónimo Nieto, Juan Antonio Lorenzo, que entonces ocupaba el puesto de jefe de departamento en Caja de Ávila, aceptó en 1983 formar parte de la candidatura socialista por Ávila a las primeras elecciones autonómicas (celebradas el 8 de mayo), comicios en los que el PSOE resultó ganador.
Demetrio Madrid fue elegido presidente de la Junta de Castilla y León el día 23 de mayo, y ocho días después llamó a Juan Antonio Lorenzo a Valladolid para proponerle que dirigiese la Consejería de Transportes, Turismo y Comercio, petición que el abulense aceptó. Cuando en 1986 Demetrio Madrid dimitió como presidente de la Junta y fue sustituido por José Constantino Nalda, hasta entonces consejero de Gobierno Interior y Administración Territorial, uno de los pocos consejeros a los que mantuvo en su gabinete fue a Juan Antonio Lorenzo, que entonces pasó a ocupar la responsabilidad en el área de Fomento.
En las elecciones autonómicas de 1991 Juan Antonio Lorenzo volvió a ir en las listas abulenses, salió de nuevo elegido, y aunque ya no pudo repetir en el cargo de consejero, puesto que el PSOE pasó a la oposición, sí ocupó «un puesto relevante» en el organigrama regional socialista.
Acabada aquella legislatura, el ex consejero de Fomento decidió abandonar la primera línea de la política y reincorporarse a su puesto de trabajo en Caja de Ávila, convirtiéndose a partir de ese momento, tal y como él mismo quiso, «en un militante más del PSOE abulense». Esa retirada de la primera línea, que hizo por voluntad y sin estridencias (defendía en la teoría y en la práctica la idea de que «en política te metes pero tienes que saber salir», ya que de lo contrario se corre el riesgo de acabar «no aportando nada»), no impidió que siguiese teniendo peso digamos que moral entre los militantes de Ávila.
Entre las muchas reflexiones que nos dejó este político abulense, que defendía la necesidad de «eliminar el Senado» porque entendía que poco o nada aportaba, está la que expresó, con menos pesimismo que ironía, cuando manifestó «cualquiera, lógicamente, puede militar en cualquier partido, pero desgraciadamente ese derecho no lo ejercitan en general los mejores de la sociedad, y eso no es bueno». También lamentaba, hace ya una década, que «cada vez se da más la profesionalización de los políticos, y eso no es bueno en la medida que mucha gente acaba viviendo de eso y no hace otra cosa».
A pesar de todo, quizás añorando que la sociedad volviese a implicarse en la política en unos momentos en los que la desafección hacia ella ya repuntaba, Juan Antonio Lorenzo manifestaba su convencimiento de que «el ciudadano debe exigir a sus políticos más responsabilidad y que se pongan de acuerdo en temas básicos como la Sanidad o la Educación para hacerlos sostenibles, porque nos jugamos mucho en ello».