Hace unos días, a las puertas del refugio que la Protectora de Animales 'Huellas' tiene a las afueras de Ávila apareció una docena de cachorros de gato con tan solo un mes de vida. Alguien los depositó allí para que su personal se hiciera cargo de ellos. Estas conductas, que se repiten con cierta frecuencia, solo complican el frágil equilibrio de un refugio que siempre está «al cien por cien de su capacidad», asegura su presidenta, Isabel Martín, que es muy crítica con quienes «en vez de esterilizarlas, dejan parir a las gatas y a las perras y después nos traen los cachorros a nosotros, que apenas tenemos recursos para hacer frente a tanto abandono», denuncia.
Hasta hace no tanto tiempo, el verano era la época en la que, coincidiendo con las ausencias del hogar durante el tiempo de vacaciones, había quienes se deshacían de sus mascotas dejándolas en carreteras y caminos alejados, principalmente perros. El problema llegó a tal punto que, hace años, llegó a emitirse una campaña publicitaria en televisión bajo el lema 'Él nunca lo haría' apelando a la supuesta conciencia de aquellos que no tenían reparos en abandonar a su perro para poder marcharse de vacaciones. Décadas después de aquel anuncio, en los hogares españoles no solo hay más mascotas que nunca, sino que la sensibilidad social hacia ellas ha dado lugar a una Ley de Bienestar Animal a punto de entrar en vigor. Sin embargo, paradójicamente los abandonos de animales no solo siguen produciéndose, sino que ya no son solo exclusivos del verano ni tampoco de los perros.
Lo sabe bien la presidenta de 'Huellas', Isabel Martín. «En estos tiempos se abandonan animales durante todo el año, no solo en la época de vacaciones», lamenta, mientras nos explica que vienen detectando una nueva modalidad de abandono derivada de la «sociedad volátil en la que vivimos», en la que «cambiamos de casa o de trabajo con más facilidad que antes, cambian las circunstancias familiares: los hijos se van a la universidad y los padres ya no pueden atender al perro o los padres se tienen que ir a una residencia y allí no pueden hacerse cargo del perrito que tenían en casa ... Así que llaman a nuestra puerta para que nos ocupemos del perro», revela. Y aunque admite que esta realidad no responde al prototipo tradicional de abandono, si sumamos éstos a «los abandonos de siempre, que siguen produciéndose, nuestro refugio está muy saturado», subraya.
Gatitos abandonados a las puertas del refugio que están a la espera de un hogar. - Foto: Isabel GarcíaEstos días allí conviven 340 animales: 220 perros y 120 gatos que sus trabajadoras y voluntarios atienden con el mimo y la profesionalidad que les caracteriza, pero el espacio es reducido para tanto ser vivo. «Ésta es la época de los gatitos abandonados, muchos son de la calle que nacen sin control, pero también hay muchos gatos que son abandonados por sus dueños ahora en vacaciones y eso no se puede hacer porque los animales sufren muchísimo, como de momento no es obligatorio identificar a los gatos con un chip, hay gente que abre la ventana, el animal se va y ya no le busca ... Encontramos muchos gatos que han vivido en casas, se les distingue perfectamente de los callejeros, ... Así que al clásico abandono del perro se ha sumado ahora el de los gatos», lamenta Martín.
Pese a tan cruda realidad, no todo es negativo, primero porque hay decenas de abulenses que, de forma altruista, colaboran con la Protectora de Animales 'Huellas', que tiene en sus socios su principal fuente de ingresos -además del convenio con el Ayuntamiento de Ávila para la recogida de animales-. Pero también porque hay quienes pese a los cambios que la propia vida trae a su situación personal se resisten a abandonar a su mascota. Prueba de ello es la «larguísima lista de espera» que la Protectora de Ávila tiene de personas que «necesitan que les cuiden al perro y no quieren abandonarlo», apunta su presidenta. Bien es verdad que quizá no lo hagan porque los canes llevan el chip obligatorio y por tanto sus dueños estarían identificados, «con lo cual no pueden abandonarlos tan fácilmente sin ser sancionados», apostilla.
Este domingo, el refugio de 'Huellas' era un hervidero de voluntarios paseando perros, personas interesadas en adoptar y otras a entregar comida con la que alimentarles. Un soplo de esperanza entre ladridos y maullidos de agradecimiento.