Ha dicho Alberto Núñez Feijóo, después de salir cacareando y sin plumas del fallido proceso de investidura, que su sucesor en opositar al cargo de presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tiene un acuerdo cerrado y concreto en su línea medular con los grupos políticos que le permitirán sumar la mayoría necesaria y que, en consecuencia, todo lo que está sucediendo ahora es puro teatro. Desde luego no hace falta ser el más listo de la clase para convenir que el reparto de la Mesa del Congreso, el 17 de agosto, ya llevaría implícitos el resto de los compromisos fundamentales para la investidura. Caso especialmente llamativo de esta teatralización nos la ofrecen estos días el falseado rifirrafe de Yolanda Díez y Sánchez, la primera poniéndose ahora chulescamente reivindicativa, con palabrería altisonante, cuando ya demostró que todo el pescado estaba vendido al asumir el papel de abanderada, emisaria, del futuro gobierno en su viaje a Bruselas para pedir el apoyo de Puigdemont.
En Castilla y León también estamos estos días de teatralización política. Los procuradores de casa se han reunido para dar a conocer el estado actual de nuestra comunidad. Preguntados mis contertulios habituales al respecto, el asunto ha suscitado un interés mínimo, nulo sería el término más apropiado. Cierto que el presidente Mañueco fue hábil al desviar el agua por su cantero en la intervención inicial y que los portavoces de la oposición entraron al trapo inocentemente y con esmero. Anunció Mañueco que el próximo año habrá fastos para conmemorar la unión de Castilla y León (no precisó que Fernando III heredó Castilla y Toledo en 2014 y León, con Galicia, Portugal y Badajoz en 1230) dos coronas cual dos fincas particulares de la misma familia. Mal avenida, por cierto. Castilla y León, en consecuencia, remarcó el presidente, es el germen de la España que ahora los independentistas catalanes quieren romper. Y ahí se explayó en darle leña al mono. O sea, a Sánchez, que no estaba presente. ¿Y los asuntos de Castilla y León? ¿A quién le interesan? Realmente a muy poca gente, porque otro gallo cantaría si no fuera así. Pues nada, trámite cumplido y hasta la siguiente representación.