Blanco y negro de Juan Gil Segovia para otro galardón

D.C
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El pintor abulense ha obtenido el Premio de la Diputación Provincial de Ciudad Real en el XLI Certamen Internacional de Pintura Castillo de San Fernando por una obra en la que funde la arquitectura con la naturaleza

Blanco y negro de Juan Gil Segovia para otro galardón

d. casillas / Ávila

El pintor abulense Juan Gil Segovia ha obtenido el Premio de la Diputación Provincial de Ciudad Real, en el XLI Certamen Internacional de Pintura Castillo de San Fernando convocado por el Ayuntamiento de Bolaños de Calatrava (Ciudad Real), por una pintura acrílica sobre tela en blanco y negro titulada Crecimiento natural. 

Tras la primera fase eliminatoria, a la que se presentaron 168 pinturas, el jurado seleccionó una quincena de cuadros para la fase final del certamen. De entre estas quince obras finalistas, el jurado consideró al artista abulense merecedor del premio de la Diputación Provincial de Ciudad Real, dotado con 2.250 euros en metálico. Esta obra, explicó su autor, «establece una comparativa entre el crecimiento de las plantas, natural y armónico, y las construcciones arquitectónicas, ya que para algunas de ellas se toma como referencia y modelo el desarrollo vegetal».

Crecimiento natural, de 130 x 146 centímetros, forma parte del proyecto 'Trama' de Juan Gil Segovia, una serie cuyas obras, explica su autor, «están determinadas por la trama a dos niveles: en primer lugar, a nivel visual y formal (por la propia trama pictórica y fotográfica, así como por la textura del soporte) y, en segundo lugar, a nivel conceptual (por el nudo, lo que ocurre en la imagen propiamente dicho, el mensaje -o mensajes- implícito -o explícito- que subyace en las obras)». 

El proyecto, añade, «se sitúa en algún punto entre la posibilidad ilusionista de la pintura y el anclaje con lo real que posibilita el medio fotográfico, ya que se trata de trabajos materializados mediante métodos manuales a partir de imágenes de carácter técnico». 

Crecimiento natural, explica su creador, «alude a la similitud entre algunas construcciones arquitectónicas y el crecimiento de las plantas y, por extensión, de todos los seres vivos que integran el medio natural, en el sentido de que su crecimiento armónico y proporcionado es tomado como referencia por algunos arquitectos a la hora de realizar sus diseños». En esta pintura, detalla, «puede verse una escalera de caracol, un elemento que toma su nombre de la naturaleza;esa imagen, perteneciente a una mansión de estilo sobrio y minimalista de la que se puede apreciar un fragmento, se combina en la obra con unas ramas y, aunque estas parezcan muy diferentes de la arquitectura representada, quizá no lo son tanto».

Aunque las ramas de los árboles «crecen de una manera aparentemente libre y dentro de un relativo caos, su desarrollo es en cierta medida predecible y, en algunos casos, responde a patrones matemáticos», continúa explicando Gil Segovia; «además, la mansión está situada en un entorno natural (de hecho, puede verse la vegetación sobresaliendo por detrás de la arquitectura) y su imagen, al estás rodeada por las ramas, puede entenderse como un refugio para el ser humano rodeado de naturaleza. En este sentido, podríamos decir que un crecimiento natural y armonioso, para el ser humano, es el que se logra cuando se produce en comunión con la naturaleza».