La biblioteca José Jiménez Lozano celebra sus primeros 20 años

I.Camarero Jiménez
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Inaugurada por el Premio Cervantes ha multiplicado por 8 sus fondos y duplicado su espacio útil, cuenta con una pionera bebeteca y ha superado el millón de préstamos

Javier Jiménez (derecha) junto a parte de la plantilla de la Jiménez Lozano - Foto: David González

La Biblioteca Municipal José Jiménez Lozano cumple años. Dos décadas han pasado ya desde que un 29 de julio de 2003 el magnífico escritor abulense que le da nombre y PremioCervantes, además, se acercara a la avenida de la Inmaculada para proceder a la inauguración de unas instalaciones que han ido creciendo con el paso del tiempo. No tanto como deseó en aquel momento un Jiménez Lozano quien en tono de broma aseguró: «Lo mínimo que espero es que esta biblioteca sea comparable a la de Alejandría antes de que me muera».  No ha podido llegar tan lejos, teniendo en cuenta además el fallecimiento del escritor el pasado 2020, pero sí ha crecido, y mucho, desde aquel 29 de julio de 2003 hasta ahora y lo mejor de todo es que entre los trabajadores hay ganas de avanzar mucho más y de seguir ganándose al público que con tanta frecuencia les visita gracias a su cercanía y amabilidad.Repasamos con el responsable de la biblioteca esos logros de los últimos años, con Javier Jiménez. Bien los conoce, pues él ya estaba allí en el día de la inauguración y lo sigue estando con una ilusión que se nota en cada palabra. 

Recuerda Jiménez que en los inicios -y así lo atestigua además la crónica del momento de Diario de Ávila-, el centro nació con 175 metros cuadrados, 3.095 títulos; 3.309 volúmenes y 56 puestos de uso.

Hoy los metros son justo el doble: 350.Una ampliación anunciada ya en el momento de la apertura de puertas por el entonces alcalde, Miguel Ángel García Nieto. Creció al irse la Policía Local de las dependencias que había junto a la biblioteca y permitió duplicar espacios. Aquello ocurrió en 2008. 

El crecimiento propició alcanzar los 12.000 títulos y, no sólo eso, permitió prestar atención a los más pequeños de los futuros lectores.Estrenó la sección de bebeteca que hoy siguen mimando como el primer día.  Desde aquel 2008 hasta la actualidad los fondos se han duplicado y ya hablamos de 24.000, lo que significa que son ocho veces más de los 3.000 con los que iniciaron su historia.

Abrir las puertas de la biblioteca es hacerlo a un mundo de posibilidades. Ya lo decía Jiménez Lozano desde el minuto cero de estas instalaciones: «Los libros pueden cambiar nuestra vida, porque nos acercan a otras vidas y a otras ideas». 

Una frase motivadora y no exenta de realismo porque al fin y al cabo la lectura es así, permite hacer más grandes nuestras vidas, enriquecerlas, al fin y al cabo.

Motivar a leer, ponerlo fácil, que no haya excusa para no hacerlo es la labor que tienen grabada a fuego quienes hacen realidad el día a día de una biblioteca que quiere seguir creciendo y aprovechar las muy buenas instalaciones de las que gozan ya que «están totalmente adaptadas para usuarios con problemas de movilidad y está próxima a colegios y centros deportivos».Les gustaría, porque así se lo piden los usuarios cuenta Jiménez , aumentar en horarios: a día de hoy es de 10 a 14 y de 17 a 20 horas de lunes a viernes. ¿En sus pretensiones? El horario continuado o abrir los sábados, también (¿Por qué no?) Sumar más metros quizá hacia el patio interior al que da la biblioteca y que también es municipal. Y más asuntos como potenciar las visitas de escolares que saben que funcionan porque «cada vez que hay una, esa misma tarde muchos de los chavales vienen con los padres». Aquellas excursiones de los colegios fueron a menos con la pandemia pero «afortunadamente se van recuperando».

la plantilla. Gente joven, estabilizados en su puesto de trabajo y que se han ganado la confianza de los usuarios es la que hace realidad ese día  a día en la biblioteca. Entre el público más numeroso, el infantil pero también muchos mayores asiduos que se dejan aconsejar por quien sabe y que también da su punto de vista a los profesionales.

Gente que se ha convertido en parte de la familia de la biblioteca y que ha propiciado el enriquecimiento de los fondos de la misma con interesantes donaciones. Cuando lo donado está repetido, desde la biblioteca lo derivan a otras por ejemplo de la provincia o a particulares que quieren hacer una en su pueblo. Todo con tal de salvar los libros. Evidentemente esas donaciones han potenciado el crecimiento de la Jiménez Lozano pero lógicamente no sólo ellas. La última inversión ha llegado de fondos europeos y ya se ha materializado con la compra de no pocas novedades. 4.500 euros se han repartido las tres bibliotecas públicas de la ciudad, 1.500 para cada una. Así pues 1.500, para la Jiménez Lozano con la que hoy soplamos velas con ese deseo en el aire de seguir creciendo. Por supuesto las inversiones con fondos municipales siempre han estado ahí.

Los tiempos van cambiando, la política de préstamos también. Apenas se usan algunos servicios, otros han ido a más. La pandemia también ha cambiado determinados usos de la biblioteca y las políticas de ésta, a la vez, porque «hay que saber adaptarse». La zona de audiovisuales ha ido a menos. Comenzaron con seis puestos de ordenador, hoy hay cuatro y son suficientes, pero hay que mantenerlos porque algunos hogares no tienen ordenador o porque vienen muy bien para hacer trabajos escolares; ahora bien relata Javier Jiménez que son muchos los usuarios que se llevan su propio ordenador a la biblioteca. Para ellos, la siempre presente conexión wifi y la conexión a la corriente eléctrica para aquellos que lo necesiten. Determinados puestos de la zona de estudio se han habilitado con enchufes para permitir un uso más cómodo al usuario. Lo dicho, ponerlo fácil.