LA devoción a la Virgen de Sonsoles en Ávila, lejos de decaer, se mantiene en plena forma y prueba de ello fueron las numerosas personas, muchas de ellas en familia, que se acercaron este domingo al Santuario del mismo nombre para ver de cerca y acompañar a la imagen en el día grande de las fiestas de su Patronato. El sol no faltó a la cita y volvió a brillar en el recinto para dar lustre a la salida de la Virgen.
Vestida de rosa y arropada por bonitas flores, la Virgen de Sonsoles lució en todo su esplendor en el animado recorrido por el Santuario, sin duda uno de los momentos más especiales de la mañana. Antes había tenido lugar la misa solemne que este año estuvo presidida por el cardenal Antonio Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid, y a la que no faltaron numerosos vecinos y también las autoridades civiles y religiosas, entre ellas el alcalde de la ciudad.
Ante un templo abarrotado, como suele ser habitual en las fechas señaladas, Rouco Varela habló en su homilía sobre la verdad de Cristo y sobre la Virgen de Sonsoles sin olvidarse, eso sí, de una Santa Teresa que, recordando las palabras del papa Juan Pablo II, es «la que más amó a Cristo». Así, tras preguntarse sobre de dónde venimos y sobre el sentido de la vida, incidió en que la llegada de Jesús supuso un antes y un después en nuestras vidas, de manera que a partir de él «uno no tiene miedo a la muerte y sí esperanza en la victoria». De la Virgen de Sonsoles dijo que era «sol, luz y verdad», en una metáfora de «la luz física y la espiritual», algo que se podría comprobar después, pasadas la una y cuarto de la tarde, cuando la imagen salió del templo y fue bañada por el sol de julio.
El repicar de las campanas fue el aviso inequívoco de la salida de la Virgen. El grupo de dulzaina Azor, el encargado de amenizar la animada procesión con la gaitilla y el tamboril, recibió a la Virgen al son del himno nacional. No faltaron las cofradías y hermandades de Ávila, cuyos estandartes precedieron a la imagen, junto a la bandera de Sonsoles. Tras la Virgen se situaron las autoridades, además de numerosos fieles que no dudaron en inmortalizar el momento con sus móviles. La romería, que había arrancado con la misa del peregrino e iba a finalizar con otra misa y salve de despedida por la tarde, dejó una jornada muy agradable en el recinto junto los puestos de almendras garrapiñadas y obleas y otro puesto de cerezas del Jerte. Tampoco faltó la tradicional subasta de los banzos y regalos para concluir la mañana.