Pilar Iglesias

Pilar y sus cosas

Pilar Iglesias


Trenes. Variables. Y decisiones

30/10/2023

No sé cuántos trenes habré cogido a lo largo de mi ancha vida. A razón de dos por semana durante ocho años más los AVE a Barcelona y a Madrid, ahora Ouigo, viajes por placer, viajes porque debo, viajes porque son necesarios, no soy capaz de determinar de una forma fehaciente cuántos han podido ser y nunca, a excepción de uno, nunca los he perdido. Y ese uno fue por culpa de la antropología. Pero, como diría Ende, esa historia, para otro momento. El hecho es que casi pierdo un tren. Casi. Pero no. Llegué justo y el maquinista cerró la puerta. No sé si me vio correr o si mi cuerpo respondió tan bien a lo que le exigí, que llegué y el reloj marcó la hora exacta.  
Dos circunstancias me llevaron a este extremo. Una, no encontraba la tarjeta que necesitaba, que acaba de guardar la semana anterior, y dos, las calles de esta nuestra ciudad se parecen cada vez más al laberinto de Creta. Pobres visitantes motorizados. Me apiado de su alma y me encomiendo a su santa paciencia y a que san guguel esté tan actualizado que les pueda decir cómo acceder a los sitios. 
Sabes que aquí ni me quejo, ni reivindico, ni critico. Solo es un asunto que me llevó en décimas de segundo a tener que tomar una decisión. 
Una decisión que en ese momento era vital. Y dirás, tan vital no creo, mujer, total coges otro y ya está. Y sí, a pesar de incumplir las normas del bono de tren, a pesar de no saber cuáles serían las consecuencias, a pesar de poder volver al día siguiente si esas consecuencias no me quitaban el privilegio de viajar gratis, a pesar de todo eso, lo más vital para mí, en esta situación, era haberme fallado y no haber organizado bien las cosas. Autoexigencia. Perfeccionismo. Intolerancia a fallar. Y más por causa de dos variables conocidas.
1.- Cuando cambio algo de sitio pronuncio en voz alta el cambio, lo miro, y con eso fijo el nuevo dato. Y la tarjeta estaba, sí, en efecto, en el primer sitio que miré. Pero una vez que no está donde creo que está, entro en barrena, mis acciones se vuelven irracionales y descontroladas, y busco hasta en sitios imposibles. Y cuando veo que es imposible, vuelvo al principio y ¡Sorpresa!
2.- Debo reconocer, en descargo de mi responsabilidad, que hasta que no llegué hasta la rotonda de la bandera no recordé que la subida por Don Carmelo estaba cortada. ¡Y había estado el día anterior!
Debía decidir entre tres opciones, y antes de llegar a la rotonda de la estación de bus.
A) Aparcar en la de bus. 
B) Ir hasta San Antonio, dar la vuelta y aparcar en el hotel, con suerte de tener sitio.
C) Realizar todo el periplo para llegar a la propia Renfe. 
Están ordenadas ya por orden de inversión de tiempo. Teniendo en cuenta que disponía de siete minutos, eran casi inviables las tres. Rápido visioné que el aparcamiento de la A estaba medio vacío, rápido salí corriendo, rápido me dije «seguro que llega con retraso, pero no puedes parar», rápido vi gente salir y rápido vi el tren en el andén. Y rápido se cerraron las puertas conmigo dentro. 
Para tomar decisiones en mi vida uso el cálculo de probabilidades, la teoría de juegos y el coste de oportunidad. 
Y el haberme ejercitado en ello hace que las cosas sean más sencillas.
Y hoy tengo una hora más.