Dando voz a tiempos de silencio

I.Camarero Jiménez
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El escritor Fernando Ezkieta acudió ayer a Ávila para narrar la historia de la fuga del Fuerte de San Cristóbal, un relato real, aunque mucho tiempo silenciado y con protagonistas abulenses (tristemente)

Dando voz a tiempos de silencio

Son tiempos de hablar de memoria histórica y lo que esto significa, tiempos en los que dar luz al silencio de la censura y devolver a la actualidad temas que en su día no existieron porque no se contaban. Por eso desde CCOO en Ávila invitaron este martes por la tarde al escritor y estudioso Fermín Ezkieta quien quiso contar al público congregado en la sede sindical la historia de una fuga. Acontecida el 22 de mayo de 1938 y protagonizada nada menos que por 800 presos en plena Guerra Civil, se gestó durante meses.Es al fin y al cabo la historia de la evasión de los represaliados del Fuerte de San Cristóbal en el Monte Ezkaba, en Pamplona, a escasos 50 kilómetros de la frontera con Francia.

Para contarlo, en su libro, Ezkieta ha tenido que beber de muchas fuentes, sumergirse en diferentes archivos (por supuesto que en el de Ávila) y ahondar en hemerotecas de periódicos de la época, no españoles porque no se publicó, pero sí franceses, británicos e incluso hubo una reseña en el New York Times, explicó a la prensa que acudió su conferencia 

Pero ¿por qué hablar de ello en Ávila? Sencillamente porque entre los fugados, represaliados y en ocasión fusilados, había abulenses (como salmantinos, segovianos o leoneses).

De aquellos 800 presos de los que hablábamos, 206 murieron durante la escapada, después otros 14 organizadores, y otros fueron devueltos a seguir en la fortaleza en muy malas condiciones de vida. Prisioneros eran más, hasta 2.500, relata el autor, de ellos 52 eran abulenses, no en vano el 47% eran de Castilla y León (otro 23%, gallegos). Lo que a Ávila más le importa  conocer (por aquello de la cercanía) es que del más de medio centenar de presos, 12 estuvieron en la fuga y uno de ellos fue fusilado, relata Ezkieta.

El escritor habló ayer para el público abulense de los silenciados protagonistas, con nombres y apellidos, al menos de los que se conoce su filiación. En la charla salieron  los nombres de Miguel Nieto, capturado y fusilado dos meses después; de Gregorio Pindado quien fue capturado a principios de junio de aquel 1938 a  una hora de la frontera y que moriría después en el penal. Celedonio Blázquez... Son historias que hoy se conocen, otras no. El Instituto Navarro de la Memoria, con el que el autor también trabaja, se esmera en aportar luz al respecto de unos tiempos sin duda peores. También a nivel educativo trabaja con pequeños en edad escolar para que se conozca lo que entonces ocurrió e incluso se ha creado un sendero de Gran Recorrido para explicar aquella fuga y dar voz al silencio.

Ese mismo instituto es quien propicia además pruebas de ADN de familiares de personas desaparecidas porque existen restos aparecidos en fosas que no están identificados, hasta 54. Por ello, ayer, entre el público había familiares de desaparecidos, concretamente de Mingorría, ellos se someterán a pruebas para ver si entre los restos está su familiar: Pedro Vázquez González. ¡Qué haya suerte!