El juicio por homicidio, en manos del jurado popular

M.E
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Las últimas declaraciones sobre las pruebas periciales dieron paso a las conclusiones y la deliberación del jurado, el encargado del veredicto de culpabilidad o inculpabilidad. La fiscal incorpora en su escrito el atenuante de confesión tardía

El juicio por homicidio, en manos del jurado popular

Poco después de la una de la tarde de este miércoles arrancaba la deliberación del jurado popular sobre el veredicto de culpabilidad o inculpabilidad de J.T.V., el acusado de un delito de homicidio doloso por la muerte de la persona con la que compartía piso en Piedralaves el 26 de marzo de 2020, en pleno confinamiento por la covid. En la primera sesión del juicio oral celebrado en la Audiencia Provincial de Ávila para esclarecer las circunstancias de esta muerte violenta el propio acusado, un politoxicómano con antecedentes penales, ya se había declarado culpable del homicidio y se mostró arrepentido, al explicar que acabó con la vida de su compañero tras una discusión a hachazos, como una reacción «instintiva» porque le había amenazado con un cuchillo. En el uso de la última palabra incidió en su arrepentimiento y pidió «disculpas» a la familia del fallecido.

La confesión del acusado llevó este miércoles a la fiscal a modificar su escrito inicial de acusación en sus conclusiones e incorporar la atenuante de confesión tardía como subsidiaria a la petición inicial de 15 años de prisión, lo que implicaría una pena de 11 años y medio. La acusación particular, que representa a la mujer del fallecido, elevó las conclusiones a definitivas y se reafirmó en la petición de pena de 15 años de prisión (la máxima para el homicidio). Sobre la responsabilidad civil la cantidad pedida osciló entre los 165.000 euros de la acusación y los 230.000 euros de la fiscal. Por su parte la defensa, que en principio había pedido la libre absolución por entender que el acusado no era responsable del homicidio y alegar la eximente de miedo insuperable, también modificó su escrito al mostrarse conforme con la fiscalía en el sentido de aceptar la atenuante de confesión tardía y, con ello, los 11 años y 6 meses de prisión.  

En su informe, la fiscal defendió que la muerte de Tarik se debió a «una discusión que va a más, no es más», recalcando que el acusado «sabía lo que hacía, quería hacerlo y podía haber elegido otra cosa», apoyándose en la tesis defendida por el equipo psiquiátrico. «Que fuera toxicómano no le afectó para cometer el hecho y tampoco tenía problemas de carácter mental o de alucinaciones», dijo, para rechazar, eso sí, que el acto se hubiera producido con alevosía. La fiscal se centró especialmente en que «el acusado reconoció el homicidio desde el primer momento, en el juicio y en la fase de instrucción, tres días después de los hechos», de ahí que hubiera optado por incorporar la atenuante. «Es una colaboración activa y su confesión facilitó la acción de la justicia y se tiene que beneficiar de eso», remarcó. 

No compartió esa opinión la acusación particular. Su abogado sostuvo que «la atenuante no es de recibo» y que, de hecho, si pudiera ampliar la petición de la pena inicial lo haría para calificar el delito de «asesinato», algo que no se puede hacer a posteriori, tal y como se encargó de aclarar el presidente de la Audiencia Provincial, Javier García Encinar. La acusación particular habló de «ensañamiento», al aludir a las distintas heridas que presentaba el fallecido en la parte frontal y posterior de la cabeza y el cuello, pero este concepto no puede valorarse en el juicio (ni entró en las preguntas dirigidas al jurado) precisamente porque el delito a juzgar es el de homicidio y el ensañamiento es un agravante en casos de asesinato. En cualquier caso, el abogado pidió que se tuviera en cuenta que se produjo «la muerte de una persona llena de vida que fue sesgada» y aseguró que quedaba «suficientemente demostrada la culpabilidad del acusado en una muerte cruel y despiadada», al atacarle «por detrás con un hacha y rematarlo». «Tenía intencionalidad de cometer ese hecho delictivo, si fue un hecho instantáneo como dijo, ¿por qué no paró con el primer golpe?», se preguntó. También cuestionó la supuesta colaboración del acusado, apoyándose en que cuando fue la Guardia Civil a su casa «intentó ocultar al cuerpo» y «su intención era tirarle al río. Nunca tuvo la más mínima intención de arrepentimiento», dijo.

La defensa destacó la confesión del acusado y que «siempre» había reconocido el hecho, sin caer en «contradicciones», dijo, así como que «se arrepintió desde el primer momento». También incidió en el contexto en el que se produjo el crimen, con «la psicosis del confinamiento» en una «casa minúscula» y con «dos personas politoxicómanas con ansiedad y problemas del control de la ira y de convivencia». «Una pelea por medicamentos  se le fue de las manos» y «terminó con un golpe de hacha», ya que «aunque dio más, la muerte fue instantánea y cualquiera de los golpes le hubiera causado la muerte», apuntó. 

Tras las exposiciones de las distintas partes llegaba el turno del jurado popular, el encargado de determinar el objeto del veredicto, aunque el que va a dictar la sentencia será el presidente de la Audiencia Provincial. Fue él, precisamente, quien redactó las preguntas sobre el caso sobre las que se tenían que pronunciar los nueve miembros del jurado, cinco mujeres y cuatro hombres, a través de sus votos, aunque también iban a poder añadir alguna cuestión que consideraran relevante. Encinar les explicó  que para las cuestiones desfavorables al acusado (culpabilidad) se necesitaban 7 votos a favor (de 9) y para las favorables, cinco. Además tendrían que nombrar a un portavoz y reflejar someramente por qué llegaban al convencimiento de la culpabilidad o inculpabilidad del acusado, así como si eran favorables a la revisión condicional de la pena (en el caso de condena) o al indulto.