"La llamada me fascinó"

M.M.G.
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La hermana María Granados llegó a Ávila en 2021 para convertirse en la superiora de la comunidad de las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia, que desarrolla su labor en las unidades parroquiales de San Pedro Bautista y San Pedro Apóstol

La hermana María Granados. - Foto: David Castro

Lleva poco tiempo en Ávila ('aterrizó' en la ciudad en septiembre de 2021) pero su rostro ya es muy conocido por los abulenses.Sobre todo entre los fieles de las parroquias de San Pedro Bautista y San Pedro Apóstol, en las que trabaja la comunidad de las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia, de la que Sor María Granados, nuestra protagonista de hoy, es superiora. 

Entre sus muchas tareas, la hermana María (Granada, 1977) tiene encomendado el servicio pastoral de estas parroquias (así como las del ICMySan Juan Bautista) y a juzgar por el brillo de sus ojos y de la emoción que destilan sus palabras cuando habla sobre su día a día, es una labor que le apasiona.

A la hermana María le gustan los niños y los jóvenes. Es así desde que ella también lo era y sintió, con 15 años, la llamada de Dios.

Su historia es preciosa. Porque la hermana María recuerda exactamente el lugar, el día y la hora en la que sucedió. «Eran las doce en punto de un 17 de agosto», comparte con nosotros el que es, sin duda, uno de los momentos más importantes de su trayectoria vital.

Nos cuenta la religiosa que sus padres eran muy religiosos. Y que su padre, a mediodía, cuando estaba trabajando en el campo, siempre paraba a rezar el Ángelus.

Y ella ese día, a esa misma hora, sintió la imperiosa necesidad de rezar. «Me puse delante de la Virgen y escuché con certeza en el corazón 'Tengo un sueño para ti'», sonríe la hermana María, que nos descubre que, desde ese momento, lleva «queriendo responder al sueño de Dios».

«La llamada me fascinó. Porque pensar que Dios pudiese tener un sueño sobre mí era lo más maravilloso», continúa recordando aquel momento tan especial la hermana María.«Me generó el deseo de responder a ese sueño. Y ese sueño de un 17 de agosto se mantiene muy vivo», nos cuenta.

Con la certeza de lo que quería para su futuro, y con la sorpresa de sus padres y hermanos (parece ser que de niña era muy inquieta, por lo que incluso su madre se sorprendió de que quisiera convertirse en religiosa) la entonces adolescente María tuvo que tomar una primera decisión: qué camino tomar para responder a la llamada de Dios.

Lea la entrevista completa en la edición impresa de Diario de Ávila...

¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?

Me gustan sus gentes. Me he sentido acogida por ellas desde el primer momento, quizá porque venía ya como ECSF. Y me gusta la ciudad, el encanto de su Muralla, de mantener la zona antigua en clave medieval...

¿Qué es lo que menos le gusta de Ávila?

Que en ocasiones es demasiado crítica, en sentido negativo, consigo misma y no valora lo mucho y bueno que tiene. 

Un lugar de la ciudad para perderse…

 Sé que soy poco original, pero me encanta 'perderme' en la casa de La Santa.

Un recuerdo de su infancia…

Cuando iba con mis padres y mis hermanos a montar en bicicleta por la zona del río.

Un personaje abulense que le haya marcado…

Santa Teresa de Jesús. 

El mayor cambio que necesita Ávila…

Me impresiona la cantidad de personas que viajan a Madrid por motivos de trabajo.Creo que necesita crecer en el tejido empresarial, generar puestos de trabajo. 

¿Qué tiene que mantener Ávila?

Su rico patrimonio espiritual. El hombre de hoy tiene mucha necesidad de cuidar esta dimensión de la vida. 

¿Qué le parece la ciudad hoy en día?

Me parece bonita, atractiva para vivir.

¿Cómo ve Ávila en el futuro…?

Quiero verla como una ciudad que crece en el bien (en justicia, en dignidad, en atención a los más necesitados, en humanidad... Y disminuye en el mal (toda forma de injusticia, de abuso de cualquier orden, de prepotencia... 

¿Qué puede aportar a Ávila?

Las personas consagradas, por nuestra especial consagración, estamos llamadas a evocar en quienes nos vean las realidades de la vida eterna. Yo quisiera aportar ser ese signo de la presencia de Dios, de su amor, de su ternura, de su misericordia... Y en el ámbito en el que yo me muevo de transmisión de la fe, poder seguir acompañando a niños, jóvenes, adultos, familias... a tener un encuentro con Dios y a despertar el anhelo de ser santos.