Julio Collado

Sostiene Pereira

Julio Collado


La importancia del código postal

24/10/2022

Sostiene Pereira que, aunque nos hayamos acostumbrado, la barbarie de la guerra ucraniana sigue su estela de terror y muerte. Mientras, las gentes del común, sobre todo los otrora jóvenes pacifistas e insumisos, parecen anestesiadas por el pasota estribillo, «Es lo que hay» o como lo describe genialmente El Roto: «Paz, dijo el Papa. Amén, dijeron todos. Y siguieron matando». En vez de cerdos que chillan al presentir el matadero, abundan hoy los corderos callados que parecen aceptar el del matón de turno, «Si no demuestras fuerza, no serás temido; si no eres temido, no serás respetado». La excusa para ese comportamiento puede ser la lejanía de la guerra pero otras pequeñas tragedias suceden aquí mismo y la sociedad abulense sigue igual de anestesiada. Todas ellas son provocadas por la desigualdad económica y el abuso de poder de unos pocos.
Uno de esos dramas diarios de por aquí es la lacerante diferencia entre los abulenses que viven en unos pueblos o en unos barrios determinados; o sea, la diferencia entre tener un Código Postal u otro. El último Informe del INE (Instituto Nacional de Estadística) destapa una realidad que, si bien se intuye  cuando uno pasea por las calles o viaja por la provincia, choca mucho al cotejarla con datos en los Medios de Comunicación. Resulta que la pobreza existe a pesar de que algunos líderes de la Derecha la nieguen porque ellos no la ven. Para salir del error, no es preciso irse de «misiones» a África o a otros países lejanos: Se la encuentra uno bien cerca, al lado justo de la «frontera» entre una calle y otra. Según el INE, Ávila con menos de 12.000 euros de ingresos de media por habitante, fue la provincia de CyL con menos ingresos en 2020, lo que la situó en el puesto 33 de España. Como las «medias» sólo dicen la verdad a medias, conviene desagregar los datos para ver cómo muchos de sus pueblos no superan los 9.000 euros mientras que la media de Ávila capital llega a 13.209 y algún pueblo, como Navalacruz, supera los 15.000. 
Si se analizan las diferencias económicas entre unos habitantes y otros tanto en los pueblos como en la capital, entonces se ve la realidad tal cual. Una realidad que demuestra, por ejemplo, cómo en Ávila una calle, la Avda. de Madrid, entre la ermita del Humilladero y la antigua estación de  autobuses, delimita el mayor contraste, la mayor frontera económica de la ciudad. Al norte, viven los  que no llegan a los 9.800 euros; al sur, los que manejan una renta media de casi 18.000 euros. Quizás el Humilladero, La Cacharra y las varias vírgenes, Madres dolorosas, que dan nombres a las  calles del barrio norte sea solo casualidad aunque parezca una premonición. ¡Quién sabe! Pero, aún hay otro barrio más pobre. Lo forman los vecinos que sobreviven con las rentas más bajas de la ciudad y habitan la zona delimitada por la calle Jesús del Gran Poder (¡qué nombre más engañoso!) y las Avenidas de la Juventud y la de Juan Pablo II. Sus rentas medias se quedan en unos raquíticos 8.590 euros; ni siquiera la mitad de sus convecinos de un poco más arriba. Junto a la pobreza de los vecinos, la peor calidad de su barrio: aceras más estrechas, peor limpieza, pisos más pequeños, menos servicios y, como resultado, barrios más feos. Como el turista no los ve... 
Ante esta situación tan injusta, cabe preguntarse si los gobiernos municipales, la Diputación y la Junta, instituciones públicas responsables entre todas del empleo, urbanismo, sanidad, educación y servicios sociales, tienen en cuenta estos datos y plantean políticas adecuadas para cambiarla o prefieren mantenerla así. ¿Invierten más en los pueblos de la provincia y en los barrios de la ciudad más pobres o los han abandonado a su suerte y que el mercado imponga su ley de «Sálvese el que pueda»? Analizando el pasado, se ve que su política, hasta ahora, ha sido negativa porque  esa desigualdad viene de muy atrás. Los gobiernos de derechas, que han campado por estas tierras desde siempre, debieran asumir su responsabilidad y aplicar ya una política distributiva.  
Ahora que tanto se discute entre bajar o subir impuestos, es momento para poner encima de la mesa que el problema no es si subir o bajar sino el de a quién subir y a quién bajar. Si se eliminan impuestos como el de Patrimonio que sólo beneficia a unos pocos o se sigue el mantra de «El dinero está mejor en los bolsillos de cada uno», ¿de dónde saldrá el dinero para mantener buenos hospitales, escuelas, carreteras, centros de día, juzgados y otros servicios públicos? ¿Los que cobran el Ingreso Mínimo Vital o el salario mínimo o la pensión mínima, qué dinero van a tener en los bolsillos si los tienen llenos del miedo a no poder comprar el pan de mañana? Por eso, dice más de la igualdad de oportunidades el Código Postal que toda la palabrería con la que se vende.