De riguroso luto bajo el sol

M.E
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La procesión de La Soledad escenificó el dolor de la Madre ante numeroso público y con el sonido de las castañuelas como novedad

De riguroso luto bajo el sol - Foto: David Castro

PASABAN unos minutos de las 19,00 horas y se abrieron las puertas de la iglesia de San Pedro Apóstol, en pleno Mercado Grande, en el corazón de la capital abulense. Las notas de la Banda de Música del Santísimo Cristo de las Tres Caídas (Madrid) marcaron el inicio de la procesión de la Soledad, la absoluta protagonista del Sábado Santo en Ávila. Es el momento en el que el luto por la muerte de Cristo se hace visible y se apodera de la ciudad, dejando el contraste entre la tristeza, el dolor infinito y la soledad de la Madre y las calles y plazas repletas de público, ya fueran fieles o curiosos. El ambiente fúnebre también tuvo su contrapeso con el radiante sol que, de nuevo, quiso sumarse a la cita, en lo que está siendo la tónica de esta Semana Santa en Ávila.

Cientos, miles de miradas se posaron sobre el desfile que representa como ningún otro el dolor de la Madre ante la muerte del Hijo. Vestidas de riguroso negro, con mantilla española, una cruz de madera al cuello y una vela, las mujeres de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, de distintas edades, se dispusieron a cumplir con la tradición en un desfile marcado por la sencillez y el silencio, solo roto por los compases de la Banda de Música y este año por el repicar de las castañuelas. Y es que, como novedad, cerca de una veintena de mujeres hicieron sonar este pequeño instrumento al ritmo de rosario durante todo el recorrido como una especie de homenaje a la mujer, al ser la gran protagonista de la procesión aunque ya no la única, ya que la cofradía se adaptó a los tiempos y en 2019 pasó a ser mixta, admitiéndose desde entonces a hombres que procesionan con traje y corbata negros y con camisa blanca. Eso sí, ayer la gran mayoría de los penitentes que tomaron parte del desfile seguían siendo mujeres. 

También como manda la tradición, no faltaron a la cita varios cofrades de la Hermandad del Santísimo Cristo de los Estudiantes y María Santísima Sede la Sabiduría, así como las siete mujeres encapuchadas que portan los estandartes de los siete dolores de María y los niños llevando los atributos de la Pasión, justo después del estandarte que iba marcando el paso.

Tras los primeros cofrades y por delante de las madrinas se situó la Cruz Desnuda, el primero de los dos pasos que participan en esta procesión. Le siguió la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, la talla de mediados del siglo XX que da sentido a la cita y que con su fuerza expresiva y simbolismo centró toda la atención. Las farolas nuevas en las dos carrozas y las faldillas nuevas en el paso de la Virgen fueron otras de las novedades de un desfile tan solemne como emotivo.

También hubo algunos cambios en la primera parte del recorrido. Una vez fuera del templo, el desfile penitencial giró hacia la calle Comandante Albarrán, con destino a las plazas de Italia y Nalvillos y en dirección a la avenida Portugal, donde no iba a faltar la oración en la Ermita del Humilladero. La vuelta se realizó por el trayecto más habitual, por la céntrica calle San Segundo y la puerta de Los Leales, antes de adentrarse en la parte intramuros y llegar hasta la plaza del Mercado Chico por la calle Tomás Luis de Victoria, para continuar por las calles Reyes Católicos y Alemania, plaza de la Catedral y enfilar de nuevo San Segundo ya para cruzar, esta vez sí, la plaza de Santa Teresa para completar el regreso a San Pedro.

Las autoridades y los miembros del resto de cofradías cerraron, junto al acompañamiento musical, la penúltima procesión de una Semana Santa de Ávila en la que no ha habido que lamentar ninguna suspensión. Todo apunta a que seguirá así en el que se presenta como otro Domingo de Resurrección radiante.