Dos enemigos con un mismo destino

Agencias-SPC
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Protagonistas de la vida política de principios de siglo en Perú, los expresidentes Fujimori y Toledo vuelven a encontrarse, aunque esta vez sea en la cárcel de Barbadillo, donde ambos cumplen condena

Alejandro Toledo. De 2001 a 2006 Acusado por delitos de tráfico de influencias, colusión y lavado de activos, está a la espera de juicio. - Foto: Europa Press/Contacto/El Comerci

A principios de siglo, Alejandro Toledo se convirtió en el rostro de la oposición al Gobierno de tintes autoritarios de Alberto Fujimori. Protagonizaron duros enfrentamientos por sus enormes diferencias. Finalmente, acabó ocupando el cargo de Fuijimori, quien huyó de Perú para acabar siendo extraditado. Ahora, 23 años después, los destinos de ambos vuelven a cruzarse: los dos se encuentran en la misma cárcel. Curiosamente, Toledo también fue llevado a su país desde EEUU para enfrentarse a la Justicia. Actualmente está en la prisión de Barbadillo, donde cumplirá 18 meses de cárcel preventiva mientras afronta un juicio oral por presuntamente haber recibido sobornos millonarios por parte de la constructora brasileña Odebrecht.

Ese mismo recinto penitenciario, de menos de un kilómetro cuadrado y ubicado en el este de Lima, alberga desde diciembre pasado al expresidente Pedro Castillo y, desde 2007 a Fujimori, quien cumple una condena de 25 de años de prisión por delitos de lesa humanidad y por la red de corrupción que instauró en el aparato estatal.

El «cholo sano y sagrado», como lo definió alguna vez su esposa, la antropóloga franco-belga Eliane Karp, se enfrentó por segunda vez a Fujimori en las elecciones presidenciales del año 2000, cuando el patriarca de la familia política más sonada del país acumulaba 10 años en el poder con serios cuestionamientos ligados a la corrupción y a violaciones a los derechos humanos. Toledo, de rasgos mestizos, se presentaba como un peruano común. El economista y líder del desaparecido partido Perú Posible procedía de una región andina, se había desempeñado como limpiador de calzado y albañil, y se decía orgulloso de sus orígenes humildes y sus logros académicos, que lo llevaron a estudiar un doctorado en la Universidad de Standford, en Estados Unidos.

Alberto Fujimori De 1990 a 2000 Usurpación de funciones, malversación de fondos o crímenes de lesa humanidad pesan entre sus cinco condenas.Alberto Fujimori De 1990 a 2000 Usurpación de funciones, malversación de fondos o crímenes de lesa humanidad pesan entre sus cinco condenas.A su favor, el Cholo tenía una propuesta de cambio, de «luchar por la democracia» y «tumbar la dictadura». Pero el Chino -como era popularmente conocido Fujimori, pese a ser hijo de emigrantes japoneses- venció la contienda y obtuvo su tercer mandato, en medio de denuncias de un supuesto fraude.

Meses después, Toledo convocó la denominada Marcha de los Cuatro Suyos (en alusión a las regiones del imperio incaico), que movilizó en Lima, durante tres días seguidos, a miles de peruanos unidos contra el fujimorismo. Las protestas ayudaron a arrinconar al titán político, pero su fin lo marcó el escándalo por unos vídeos que documentaron cómo Vladimiro Montesinos, su principal asesor y hombre de confianza, sobornaba a políticos, magistrados y periodistas.

Después de la difusión de los vladivideos, Fujimori convocó elecciones generales y se fugó a Japón, desde donde anunció su renuncia mediante el fax más famoso de la historia peruana.

Al año siguiente, después de la Presidencia interina de Valentín Paniagua, Toledo llegó al poder aupado por miles de ciudadanos que centraron en él sus esperanzas perdidas por la anterior gestión. 

Poco más de dos décadas después, el hombre que encarnó esa burbuja de ilusión tuvo la misma suerte que su acérrimo rival político: fue extraditado desde el extranjero y llevado a Barbadillo, tras casi seis años de maniobras legales para evadir la Justicia peruana.

Para Toledo, la Fiscalía ha pedido 20 años de prisión por supuestamente haber recibido coimas por más de 30 millones de dólares de Odebrecht a cambio de favorecer a la empresa con la adjudicación de la carretera Interoceánica, que conecta Brasil y Perú.

El exgobernante se convirtió así en el cuarto expresidente en pisar el penal creado especialmente para Fujimori -también Ollanta Humala pasó por allí, aunque ya no se encuentra entre rejas-. En otros países, tener a tantos exmandatarios recluidos en la misma cárcel parecería una broma de mal gusto, pero no en Perú, un país que suma 11 jefes de Gobierno en los últimos 30 años, de los que ocho han tenido cuentas pendientes con la Justicia.