Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


Una investidura fallida

25/09/2023

Remedando la gran obra de García Márquez se puede narrar y reconstruir la crónica de una investidura fracasada. El día que lo iban a investir llego al Congreso preparado y altivo, si bien intuía que no abandonaría aquel recinto sagrado como soñara tiempo atrás. El aspirante a presidir el Gobierno sabía, como sabía el protagonista de la novela de Márquez, que no saldría indemne del lance. Todos los medios llevaban tiempo anunciando que su intento era una misión imposible; en un par de días será consciente de lo que le habrá sucedido.
Núñez Feijóo, el álter ego de Santiago Nasar, protagonista de la novela, vio como la gente – en este caso los ciudadanos y los parlamentarios- se habían situado en la plaza, el Congreso, y ante la televisión, como en los días de desfile. Todos lo vieron salir, y todos comprendieron que  iba a fracasar.
Dudó en un momento si enfrentarse a la dura realidad, pero si decides hacerlo, en política cabalgas un caballo que ya no maneja solo el jinete, otros muchos tiran del ronzal y no precisamente todos en la misma dirección ni con la misma intensidad, incluso alguno intentará que caiga.
El jinete ha visto experiencias recientes en las que se ha descabalgado al caballista sin ningún miramiento, pero pensó como el protagonista de 'Crónica de una muerte anunciada': Dadme un prejuicio y moveré el mundo. Había de mantener su opinión previa y tenaz a sabiendas de que le era desfavorable, pero no podía alegar ignorancia. La suerte estaba echada; si fuera un juego de azar se llevaría el premio gordo. 
Los fastos, en este caso políticos que no religiosos como en la novela, son demasiado atractivos y fascinantes como para rechazarlos. Por momentos estás en la cima del mundo, eres el centro de atención de todo un país, quizá incluso de gentes fuera de la frontera, y sobre todo es tu grupo, tu gente la que te mira. 
El poder es una droga y aunque el futuro esté marcado por el fracaso, como augura la crónica, sentirse dueño del mundo durante un instante es un subidón.
Sabe el presunto perdedor que no puede ni debe dejar pasar la oportunidad de mostrarse en ese magnifico púlpito, no ya para desvelar y exponer sus planes y programas sino para denunciar la pretensión de su opositor, esa será su estrategia el martes y miércoles. Dirán las crónicas que, más que hablar de lo que pudiera ofrecer, primó denostar a quien pasará por la misma tesitura, aunque este sí tiene la convicción de que él triunfará. También está por ver hasta donde está dispuesto a llegar Sánchez, y cómo quedará tras un encuentro que será mucho más que un rifirrafe. La sangre, política, está servida. Dos meses tiene el expresidente para intentar ser elegido.
Al primer ponente, Feijóo, le queda un as en la manga. Sabe del empecinamiento y la altanería de esos políticos que a él le han negado el pan y la sal, y que parecen dispuestos a apoyar a su adversario. Es sabedor, también, de que las pretensiones de aquellos, si son desmedidas, pueden provocar un cambio de guion que incluso pudiera desembocar en unas nuevas elecciones - Sánchez no lo contempla-  a mediados de enero de 2024, pero ese campo de batalla ya es otra cuestión, un futurible inmanejable para ambos. 
Millones de pequeñas decisiones, tantas como votos, pueden trastocar los planes de ambos. También puede llevar a las minorías, que pretenden manejar el tablero, a quedar fuera del campo de juego; experimentaron un bajón considerable en los últimos comicios y ¿quién les ha dicho que de repetirse el proceso electoral saldrían mejor parados?, ¿y si se convierten en una nimiedad? Deberían hacérselo mirar.
Aquellos minorías que se obstinan en pretensiones imposibles pueden encontrar graves escollos. La Unión Europea no está para experimentos, las naciones sin estado, como hemos escrito alguna vez, carecen de sentido en un mundo globalizado donde las naciones se agrupan para su estrategia y geopolítica en torno a tres o cuatro grandes actores; no tienen sentido de ser, ni futuro, constituirse en un ente al albur de otros. Ello no obsta para que se cuiden y respeten las idiosincrasias, cultura, lengua y peculiaridades de cada zona, región, autonomía o como se las quiera llamar. Señala Michael J. Sandel en 'El descontento democrático', que: «al mismo tiempo que las naciones acceden a nuevas instituciones de gobernanza global tienen que enfrentarse a las reivindicaciones crecientes de sus grupos étnicos».
Estamos ante una situación endemoniada que requiere de políticos de gran talla. Varios son los escenarios: uno podría ser una legislatura corta a causa de la ingobernabilidad, con el agravante que ello conlleva para el desarrollo y estabilidad del país y la tranquilidad o desasosiego de los ciudadanos;  otro: unas nuevas tablas en la partida, si hay elecciones, empate que podría sumir a la sociedad en una situación altamente explosiva cuando no en una parálisis, a cada cual peor. Todo conduce a cierta desconfianza hacia la democracia.
Ambos aspirantes saben que existen todas estas posibilidades. Saben también que nuestro país no puede permitirse lujos y parones, y menos con una Unión Europea en modo estancamiento. Añadir problemas a nuestros socios no conviene pues con ellos hemos de afrontar en el futuro.