«El humor permite oxigenar y llegar a rincones difíciles»

David Casillas
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El éxito y el oficio avalan la trayectoria como humorista de Ángel Martín, un guionista y mologuista que desde que en 2017 sufriese un brote psicótico cuyos efectos compartió con la escritura de dos libros ofrece una nueva mirada sobre la realidad

«El humor permite oxigenar y llegar a rincones difíciles»

Ángel Martín, humorista muy conocido por sus apariciones en televisión que tras sufrir en 2017 un brote psicótico escribió dos libros (Por si las voces vuelven y Detrás del ruido) en los que contó esa amarga experiencia y dio algunas claves para entender mejor esa realidad y normalizarla en la medida de lo posible, ofrece el día 15 de marzo en el Lienzo Norte su espectáculo Punto para los locos (21,00 horas), un monólogo muy divertido en el que, resume, intenta que el público se dé cuenta de que la única diferencia no es si se sufre de una locura o no, sino el volumen dentro de la cabeza de la voz de la vergüenza, el miedo, los agobios, la impaciencia.

Además de ofrecer una mirada, digamos que divertida al mismo tiempo que autorizada, a estas situaciones de salud mental desde el prisma del humor, pretende que este espectáculo pueda servir de ayuda para que "cuando esas voces resuenen con fuerza, existan las herramientas para burlarse de ellas", convirtiéndose así en un rato para echarse unas buenas risas y, también, en una reivindicación de la importancia de cuidar la salud mental.

Hace en Punto para locos humor con un problema de salud que no suele ser habitual en un espectáculo de risas, ¿ha sido un reto difícil?

Bueno, aunque aborde el tema de la salud mental en realidad es un monólogo al uso cuyo objetivo principal es que la gente se ría mucho. Muchas veces me preguntan si hace falta haber leído mis libros o conocerme a mí para entenderlo, y la respuesta es no. La regla número uno es hacer reír, independientemente de que sepas quién soy y hayas leído mis libros o no.

Pero parece que hay una relación evidente entre sus libros y el monólogo.

Sí es cierto que a raíz de escribir Por si las voces vuelven y Detrás del ruido me di cuenta del poder que tiene la palabra en combinación con la comedia, y en ese sentido Punto para los locos pretende, además de ser un monólogo, tratar de generar en el espectador la sensación de salir del espectáculo llevándose dos o tres herramientas que quizá no sabía que le podían servir en mi día a día.

¿Lo definiría como un monólogo un poco de autoayuda, o esta palabra es un poco peligrosa?

A mí 'autoayuda' no es una palabra que me moleste, en el sentido de que si algo te funciona a ti no tiene nada de malo. Si encuentras algo que te sirve de algo, ya sea un libro, una película o una canción, en el fondo se ha convertido en algo de autoayuda. 

Pero respondiendo a la pregunta, no creo que Punto para los locos entre en la categoría de monólogo de autoayuda porque, insisto, la premisa principal es que sea un monólogo, un espectáculo de stand-up y que te rías sí o sí, estés como estés. 

¿Es el humor el mejor camino para abordar temas serios, no sólo los frívolos?

Yo creo que el humor permite oxigenar algunas cosas, permite purgar un poco el radiador y llegar a rincones difíciles desde un sitio un poco menos tenso. También considero que hay temas que son digamos que serios, pero es verdad que si consigues introducir algo de comedia o llegar a ellos desde un lugar un poco más amable, es probable que después la conversación sea más ligera.

La palabra loco ha estado siempre muy estigmatizada pero usted la ha convertido en 'normal', ¿ha sido difícil?

 Loco' es una palabra que también, por ejemplo, cuando un bombero se mete en un edificio a sacar a un bebé en llamas la gente la utiliza en un buen sentido, y parece esa acepción la olvidamos muchas veces. Cuando la gente dice usa la palabra loco para referirse a un héroe no parece mal utilizada, y por eso creo que el problema no son las palabras en sí mismas sino los contextos.

¿Cómo responde la gente a un monólogo en el que hablas de un tema en principio tan ajeno al humor y desde una perspectiva personal?

Bueno, eso de la perspectiva personal es más en los libros que en el monólogo, porque en éste la idea principal es que, independientemente de que me conozcas o no, tú te rías con él. La regla número uno es llegar con mi discurso a lugares comunes donde todos nos podamos divertir.

O sea, que libros y monólogo van cada uno por su lado.

Sí, creo que la reflexión que haces está menos relacionada con el monólogo que con mis libros, en los que puedo referirme a mí como me dé la gana; yo te cuento mi movida y te cuento cómo lo he hecho yo para remontar y para que no se vuelva a ir todo al carajo, por si al lector le sirve de algo mi experiencia, y ahí lo dejo, teniendo claro que uno puede hablar de sí mismo como quiera.

Sin destripar nada, ¿tiene su monólogo una línea conductora o viaja por diferentes temáticas?

Tiene una línea conductora en la que lo que pretendo es que todo el mundo vea que no somos tan raros ni tan individuales, ni que lo que te está pasando a ti te pasa solo a ti. Descubro que hay muchos lugares comunes para que veamos lo absurdo del ser humano, pero sobre todo defiendo la premisa de que todos somos bastante iguales en todos los aspectos.

Y eso no significa que todos seamos vulgares.

Bueno, esa es una sensación que debe ya decidir cada uno. A nivel individual, si el hecho de sentirse común le parece vulgar la solución es fácil: deja de comportarte de forma común. Y ahí yo creo que eso va a depender más de cada uno, de la reflexión que haga cada uno acerca de pertenecer al grupo o no.

Y esa defensa de que todos somos muy iguales, ¿la hace más desde la ironía o desde la piedad?

La hago desde un lugar donde la gente cuando se vaya diga: "me he reído"; si no, mi propuesta no tendría mucho sentido. Y para eso tratas de llegar a ese lugar donde cualquiera se pueda sentir identificado.

Otra acepción de la palabra loco es la de ir muy rápido, ¿considera que, en general, estamos viviendo demasiado deprisa?

Creo que, en general, vamos a una velocidad que es muy rápida y quizás no todo el mundo está capacitado para esa velocidad, pero también es cierto luego hay gente que necesita esa velocidad para reaccionar y crear cosas. Por eso considero que el problema no es tanto la velocidad en sí como el hecho de embarcarte en ella sin estar preparado, o si te dejas llevar por la velocidad sin pararte un segundo a pensar si realmente tú quieres estar en ese barco o no. Creo que lo que falta es un poco de reflexión individual de cada uno para saber si está haciendo lo que quiere hacer y está construyendo lo que quiere construir. 

¿Qué le transmite el público una vez que ha acabado su monólogo?

El contacto con el público es más cuando firmas libros que cuando acabas un espectáculo, porque de éste acabas reventado y no hay interacción. Pero cuando hablo con ellos me doy cuenta de que si la gente se diera cuenta de lo habitual que es sentirse de cierta forma, aunque le parezca incómodo, no se sentiría tan raro ni tendría tanto apuro en mencionar ciertas cosas.

¿Podría concretar algo más sobre esa 'cierta forma'?

Muchas veces creo que llegas a lugares donde crees que nadie te va a entender porque piensas que es una situación que sólo estás viviendo tú, pero si lo piensas te das cuenta de que cuando la compartes es mucho más sencilla de superar; yo, a raíz de escribir Por si las voces vuelven, vi que había mucha gente que se sentía  identificada con muchas de las cosas que comento ahí, que aunque no habían sufrido brotes psicóticos sí habían pasado por lugares que son muy parecidos, pero que hasta leer mi libro que pensaban que sólo estaban viviendo ellos.

Finalmente, ¿subirse a un escenario para ofrecer un monólogo de hora y media tiene algo de locura?

A mí hacer monólogos me apasiona desde que lo descubrí, me parece maravilloso, y si puede aplicársele la definición de locura lo puede ser en el mejor sentido de la palabra, como cuando los bomberos salvan una vida.