Editorial

La planta de reciclado de San Pedro funcionará en agosto

Diario de Ávila
-

La reconstrucción de esta planta es un magnífico espejo en el que mirarse y por el que felicitarse, una realidad y también una metáfora que sería muy bueno poder trasladar a otros proyectos de otras zonas de nuestra provincia

La planta de reciclado de pintura de San Pedro del Arroyo que quedó arrasada por un incendio en julio de  2020 volverá a funcionar el próximo mes de agosto, tras una labor de reconstrucción de la factoría llevada a cabo por su propietaria, Castellana de Medioambiente, que no sólo permitirá que recupere su actividad y lo pueda hacer con las máximas garantías de seguridad, las exigibles y algunas más, sino que también permitirá aumentar el número de empleados de los 17 que tenía cuando ocurrió el siniestro hasta los 36 a medio plazo, todo ello con mejor aprovechamiento de los tiempos y de la energía que necesita para su funcionamiento.

La recuperación de esta planta, que seguirá siendo la única de España preparada para extraer el disolvente de la pintura y devolverlo al mercado minimizando así su posible impacto sobre el medio ambiente, es una buena noticia en muchos aspectos, y como tal debe valorarse por lo que significa para sí misma y también como ejemplo de una iniciativa privada que se compromete en serio en avanzar en ese camino de progreso que tanto necesitamos.

En primer lugar es una magnífica noticia por lo que supone para la economía en el entorno de San Pedro del Arroyo, ya que no solamente se recuperan los puestos de trabajos perdidos sino que se ampliarán, y eso significa un estupendo apoyo para una zona que, como todas las de Ávila, está muy necesitada de realidades que ayuden de verdad a fijar población en los pueblos para que se mantengan vivos, porque mantener en ellas gente activa es la única apuesta válida frente a la cruel despoblación.

En segundo lugar, evidenciando que la dimensión de esta factoría va mucho más allá de las fronteras provinciales ya que estamos hablando de una planta pionera y única a nivel nacional, porque su funcionamiento y su labor es un ejemplo de implicación con el cuidado de la naturaleza que hace posible que algo tan contaminante como los disolventes de la pintura no se conviertan en un peligro para la tierra y para los acuíferos.

En tercer lugar, y aquí conviene fijarse mucho y para bien por lo que pueda tener de 'contagioso', porque la reconstrucción de esta planta ha sido un ejemplo que debería tener mucho eco sobre cómo las promesas que tantas veces escuchamos tienen la capacidad de cumplirse, de no quedarse en meras palabras que se olvidan recién dichas o solamente en buenas intenciones, ya que los propósitos que se hicieron públicos recién sufrido el incendio, tanto de plazos como de inversiones, se han cumplido, incluso en el caso de los tiempos un poco antes de lo previsto, contando con el apoyo de las instituciones públicas, que a falta de concretarse sí auparon la moral en los malos momentos.

La reconstrucción de esta planta, por esos motivos y por alguno más, es un magnífico espejo en el que mirarse y por el que felicitarse, una realidad y también una metáfora que sería muy bueno poder trasladar a otros proyectos de otras zonas de nuestra provincia.