«En Ávila cada vez cogemos peor las rotondas»

E.Carretero
-

Óscar Jiménez Albarrán, presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas de Ávila, organización empresarial integrada en CEOE Ávila, tuvo claro desde niño que sería profesor de autoescuela como lo fue su padre. Hoy está al frente de Adaja

«En Ávila cada vez cogemos peor las rotondas» - Foto: David Castro

Que Óscar Jiménez Albarrán (Ávila, 1981) terminara siendo profesor de autoescuela no es extraño teniendo en cuenta que él creció en una de ellas, entre test de conducir, explicaciones sobre quien tiene prioridad en una rotonda y clases prácticas cuando apenas le llegaban los pies a los pedales. Eso es lo que tiene que tus padres tengan una autoescuela, en este caso la autoescuela Adaja de la avenida de la Inmaculada. 

«Con seis años ya metía el coche en el garaje con mi padre en el asiento del copiloto», recuerda el actual presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas de Ávila (APAVI), organización integrada en CEOE Ávila, al hablar de como siendo un mico ya manejaba el volante con una destreza y habilidad impropias de un niño de su edad. Pero, claro, el tenía buen maestro:Zoilo Jiménez, su padre. Natural de Casasola, él fue quien en su día abrió la autoescuela Adaja, primero junto a un socio, Agustín Blázquez, que posteriormente montó su propio negocio, y después en solitario y con ayuda de su mujer,  Rosa, que tras cerrar la peluquería que regentaba se convirtió en la mano derecha de su marido en la autoescuela. 

Con 18 años Óscar ya tenía claro que quería ser profesor de autoescuela aunque sus padres le animaron a estudiar. Así fue como se marchó a Salamanca y se matriculó en un grado de Administración y Dirección de Empresas que no terminó, reconoce, porque la DGT convocó plazas de profesor de autoescuela, lo que no suele ocurrir todos los años. Tras un primer intento fallido, la segunda vez que se presentó Óscar aprobó esta convocatoria para poder formarse como profesor de autoescuela en Madrid. Tenía 23 años y fue uno de los mejores de su promoción lo que hizo que nada más terminar el curso recibiera varias ofertas de importantes autoescuelas de todo el país. Así fue como terminó en Logroño, donde estuvo cuatro años y medio como profesor hasta que un problema de salud de su padre le hizo volver a Ávila en una decisión que en un primer momento era temporal pero que terminó siendo definitiva. Yes que una vez que su padre se recuperó y pudo volver a la autoescuela Adaja surgió la posibilidad de que Óscar se quedara al frente de la misma una vez que su progenitor se jubilara, lo que ocurrió al año siguiente y tras 42 años al frente del negocio. 

Así fue como con solo 32 años Óscar se puso al frente de la autoescuela familiar. Pero no es éste el único negocio que actualmente gestiona este abulense que también es socio, junto con su hermana Jenifer y su cuñado David Rubiano, de la autoescuela Jarama  y que a principios de este año también se ha quedado con una autoescuela de Navarra. 

«Lo que más me gusta de mi profesión son los retos, los alumnos difíciles», asegura este profesor de autoescuela y empresario al hablar de lo que más le motiva cuando se sienta en el asiento de copiloto y quien conduce, por ejemplo, es gente que ha suspendido muchas veces el práctico o que tiene miedo a conducir. De hecho, él es experto en amaxofobia y son muchos los alumnos no solo de Ávila sino de otros lugares como Madrid que vienen a su autoescuela para superar esa fobia a ponerse frente a un volante. 

«Hay que hacerles ver que valen, que pueden hacerlo», apunta Óscar al hablar de esa labor de psicólogo que los profesores de autoescuela también deben hacer con sus alumnos, sobre todo con aquellos para quienes aprobar el carnet de conducir es más difícil por las razones que sean. «A mi autoescuela vienen, por ejemplo, mujeres inmigrantes que han cruzado media Europa con sus hijos y que luego dicen que tienen miedo a conducir sin darse cuenta de lo capaces y valientes que son y han demostrado ser», explica el responsable de Adaja como ejemplo de esas otras habilidades, como la empatía o la psicología, que debe tener un buen profesor de autoescuela y que también se enseñan en los cursos de formación de la DGT.

«No hay casos imposibles», asegura Óscar que calcula que en estos años en autoescuela Adaja habrá ayudado a obtener el carnet de conducir a unos mil conductores. Eso sí, en estos años también ha visto como el perfil del alumno de autoescuela ha ido cambiando ya que antes, cuando él empezó, lo normal era que los jóvenes comenzaran a sacarse el carnet con 18 años y hacerlo, además, aprovechando las vacaciones previas a acceder al primer año de universidad. Ahora, asegura, los alumnos llegan con más edad ya que la mayoría no quiere hipotecar su último verano antes de ser universitario yendo a diario a la autoescuela y prefiere irse de vacaciones con amigos, a veranear al pueblo o simplemente no estudiar. 

A que ahora la edad media de quienes acuden a la autoescuela por primera vez se sitúe «entre los 20 y los 27 años» también ha influido, apunta Óscar, el hecho de que en los últimos años el tiempo medio para sacarse el carnet haya aumentado como consecuencia de la falta de examinadores. Antes, asegura, el permiso B se podía obtener «en dos meses», y la mayoría de los alumnos aprovechaban para ello las vacaciones de verano, pero ahora la media para sacarse el permiso de conducir es de «seis meses». «Al haber pocos examinadores de tráfico no puedo presentar al examen práctico a todos los alumnos  que ya han aprobado el teórico», explica Óscar para hablar de «una situación muy difícil que nos está ahogando a las autoescuelas». Y es que los tres examinadores de tráfico que hay actualmente en Ávila son para el presidente de la patronal de autoescuelas «insuficientes» para asumir el volumen de futuros conductores de esta provincia. 

«Ahora estoy examinando de coche a la gente que aprobó el teórico en el mes de agosto», pone como ejemplo de esa demora que hace que actualmente en Ávila haya «800 personas esperando para presentarse al práctico y otras 150 para hacerlo en el centro examinador de Arenas». 

«Conducir bien requiere de muchas cosas, no tiene nada que ver con saber manejar una máquina», asegura este profesor de autoescuela cuando se le pregunta si por lo general los abulenses conducimos bien, apuntando que conducir bien implica «respetar las normas y la señalización, que suele ser lo más difícil». Es más, afirma que la nota al volante de los abulenses «podría mejorar» ya que de un tiempo a esta parte ha percibido que en Ávila «cada vez cogemos peor las rotondas y ponemos menos los intermitentes». En ese conducir peor, asegura el portavoz de los empresarios de autoescuelas de Ávila, quizás tenga que ver también el hecho de que en esta ciudad apuremos mucho nuestros tiempos porque, asegura, «no puede ser que los atascos en la ciudad se formen diez minutos antes de la entrada a los colegios, lo que demuestra que todos salimos tarde y  esto se podría evitar yendo con más tiempo». 

«Al volante nos sale lo peor porque nos sentimos protegidos dentro del coche y nunca pensamos que el de delante se va a bajar», afirma también para explicar porque muchos conductores se muestran tan violentos e impacientes, por ejemplo, con los conductores noveles o que hacen prácticas en autoescuela. «Hay que tener más paciencia», es el consejo de este abulense comprometido con la educación vial con el que seguro se ha cruzado mil veces por las calles de Ávila al volante. 

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?

Familia. También tranquilidad. Ávila es casa. 

¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?

Su ambiente tranquilo y la sensación de seguridad con la que se vive aquí. 

¿Y lo que menos?

En general no le veo peros a vivir en Ávila porque es una ciudad que me gusta mucho pero sí creo que hace falta mejorar las comunicaciones, sobre todo en materia ferroviaria.

Un lugar de la ciudad para perderse.

El mirador de Sonsoles. Cuando subes a Sonsoles, justo cuando vas a llegar donde el restaurante, en vez de al lado izquierdo, al lado derecho, hay un caminito y ahí es un sitio que me gusta mucho para ver la ciudad. Y luego, los Cuatro Postes, también es un sitio muy bonito para ver la ciudad. Me suelen gustar esos sitios un poquito alejados, tranquilos, para poder estar con mi perrilla Joy y ver la ciudad.

Un recuerdo de su infancia.

Me recuerdo jugando siempre al fútbol, primero en el colegio Comuneros de Castilla y luego, en el Dioce. Hasta los 15 ó 16 años no pensaba en otra cosa que en fútbol.

 

Un personaje abulense que le haya marcado.

Mi padre y mi madre, Zoilo y Rosi. 

El mayor cambio que necesita Ávila es…

Seguramente necesitaría más alternativas de ocio, por ejemplo, una pista de karts, una bolera... Evidentemente también más fábricas, más empleo y mejores infraestructuras. 

Y tiene que mantener…

Esa tranquilidad que tiene el ser una ciudad pequeña.  

¿Qué le parece la ciudad hoy en día?

Es una ciudad para vivir, familiar, tranquila... Yo creo que es el destino ideal para quienes buscan formar una familia. 

¿Cómo ve la ciudad en el futuro?

No lo tengo muy claro pero creo que debería aprovechar el ser uno de los centros geográficos del país y que eso debería servir para que Ávila albergara un centro logístico de empresas que den mucho trabajo y que ayuden a los jóvenes a quedarse aquí. Realmente es muy difícil vivir solo y emanciparse con los sueldos actuales y con el precio al que está la vivienda, especialmente los alquileres. 

¿Qué puede aportar a la ciudad?

Creo que con mi trabajo contribuyo a que los abulenses sean mejores conductores, al menos ese es mi objetivo. Además, las autoescuelas podríamos ayudar al Ayuntamiento a la hora de diseñar o  mejorar la circulación en cruces, intersecciones y también en lo que respecta a señalización