En plena vorágine de compras por el Black Friday, cabría recordar que éste se inventó para que los ávidos comerciantes norteamericanos recogieran el dinero que los abuelos les dan a sus nietos en Acción de Gracias. Este se celebra el cuarto jueves de noviembre y al día siguiente es el viernes negro: ¡donde mejor está tu dinero es en mi bolsillo! Así, Amazon lo barre todo con un lema: ¡todo para mí! Y mientras que en la india, visto lo sucedido en otros lugares, vetan la llegada de este tyrannosaurus rex de las ventas, y con la fuerza de su tradición protegen al pequeño comerciante (en la antigua y nueva Bharat no vale aquello de bajar los precios hasta arruinar al pequeño comercio y luego subirlos cuando ya soy el dueño del mercado), en la calle Alfonso de Montalvo de nuestra capital, un escaparate de una antigua tienda de modas nos recuerda que el Black Friday nos pilló desprevenidos. Como Halloween, cuando quisimos darnos cuenta, el monstruo ya estaba aquí y era demasiado tarde. / i. postigo