El futuro Gobierno que salga de las urnas el próximo 23 de julio volverá a tener sobre la mesa una serie de reivindicaciones históricas de la provincia de Ávila, deudas asumidas con los abulenses, que siguen pendientes de resolver desde hace muchos años. Proyectos que distintos gobiernos iniciaron de una manera incipientes en algunos casos, en otros ni eso, que no tuvieron continuidad, y hoy en día parece que duermen en un cajón a la espera de que alguien los desempolve y los impulse. El problema es que esos proyectos, en su mayor parte de infraestructuras de comunicación, son fundamentales para el desarrollo de la provincia de Ávila, ya que contribuirían a mejorar su vertebración y a impulsar sus conexiones con las provincias que le rodean y con el resto de España.
Estamos hablando de proyectos como la conexión de Ávila con la A-6 por autovía, y que tenga su continuidad con la A-40 (Ávila-Maqueda) para enlazar desde ahí con el resto de tramos de esa autovía que sí que se están desarrollando para convertirse en el gran corredor que una el noroeste de España con el sur si necesidad de atravesar Madrid. Un corredor que le daría a Ávila esa comunicación por autovía con Valladolid que ahora mismo no tiene en su totalidad, pero también con comunidades como Galicia o Asturias, así como con Castilla-La Mancha, comunidad limítrofe con la que ahora tiene esa barrera que no favorece en nada sus conexiones.
Como también hablamos de ese peaje con Madrid (AP-51 y AP-6) que se ha convertido en un lastre para los intereses abulenses, al que deben hacer frente empresas y particulares en sus desplazamientos para acceder al centro neurálgico de la actividad económica, social, cultural… de España.
Y por supuesto hablamos de las comunicaciones ferroviarias, donde Ávila ha quedado aislada, sin una conexión de alta velocidad y con un servicio que ofrece unos tiempos de viaje, especialmente con Madrid, que en pleno siglo XXI son inadmisibles, y más teniendo en cuenta la evolución que se ha seguido en todas las provincias que nos rodean, lo que ha contribuido a acrecentar ese aislamiento.
Sin duda esas carencias en materia de comunicaciones, tanto por carretera como por ferrocarril, son los principales lastres que impiden que esta provincia pueda aspirar a tener un revulsivo demográfico. Limitaciones que no favorecen la implantación de nuevas empresas, como tampoco que muchos abulenses que trabajan en provincias limítrofes pudiesen plantearse fijar su residencia aquí y desplazarse a centros de trabajo (hecho cada vez más factible ante el impulso del teletrabajo), pero que no es factible sin unas buenas comunicaciones.
Como tampoco hay que olvidarse de que la presencia de Ávila en el Corredor Atlántico sea real y efectiva.
Otros proyectos muy importantes para Ávila han dado pasos al frente, como la rehabilitación del Palacio de los Águila, pero el próximo Ejecutivo deberá culminar cómo será su vinculación con el Museo del Prado; y también la Escuela Nacional de Policía, al convertirse en sede del Centro Universitario de la Policía, ha afianzado aún más su presencia en Ávila.
Pero se echa en falta que desde el Gobierno central se depositen los ojos en Ávila para albergar proyectos de calado que ofrezcan a esta provincia otras oportunidades de desarrollo. Y ahí habrá que ser exigentes, y reivindicativos, desde la sociedad abulense para aprovechar las oportunidades que se presenten.