La confianza, en su definición más académica, es la esperanza firme que se tiene en alguien o en algo. Incluso en uno mismo, por supuesto. Pura seguridad, también ante imposibles: Ferran Torres no había metido un gol de falta en su vida. Pero se la pidió. «Lewi, que la meto». Y ante el Betis, lo hizo. Ése es el nivel de confianza que tiene el 'Tiburón', el futbolista que hace apenas tres o cuatro meses estaba destrozado por la presión, la crítica fiera y constante. Al fútbol se juega con los pies, sí, pero la cabeza aún sigue siendo lo más importante de todo. 
Dos. Los partidos de fútbol son tan largos que en una misma tarde puedes vivir el peor y el mejor día de tu vida. Los primeros 45 minutos de Fran García fueron una tortura: Kubo es la viva imagen de la felicidad asociada al juego y está de dulce. El lateral izquierdo del Madrid vivió una primera mitad asfixiante, como para pedir el finiquito. Sin embargo, en la segunda -y todavía con Kubo delante-, fue el que filtró los dos pases de gol para que el equipo firmase la remontada. Aunque corran a toda velocidad (sobre todo en la derrota), esos 90 minutos te permiten vivirlo todo. 
Y tres. Las nuevas generaciones van perdiendo apego a imágenes nostálgicas de domingo por la tarde y transistor. Cada aficionado a este deporte tiene algún momento favorito junto a Pepe Domingo Castaño, alguna anécdota, alguna frase icónica favorita a lo largo de esas interminables pero deliciosas horas de radio. Su fallecimiento es de alguien que, aún a los 80 años, aún encontraba cómo apasionarse con el fútbol a pesar de la modernidad, del VAR y de las mil tonterías que rodean a este 'neofútbol' que en la madrugada del domingo perdió un trocito de verdad.