Esquivando balas

Diego Izco (SPC)
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Xavi, presionado por todos lados, asume que cada encuentro del Barça es un examen final

Esquivando balas - Foto: Angel Medina G.

Xavi Hernández ha llegado a ese punto de la temporada en el que cada partido es una bala directa al corazón… y la única manera de evitarlas es la victoria. Ganar o morir. Ese el es peaje de jugar primero y entrenar después a un gigante: las crisis son inmediatas, brutales y no hacen prisioneros. 

Criado en La Masía desde alevines y jugador del primer equipo durante 17 temporadas, el egarense conoce perfectamente esta burbuja en la que se ha instalado el Barça este curso. Se crea un ambiente denso e irrespirable, autodestructivo, en el que aflora el lado más melancólico y pesimista del catalán medio. El humorista Berto Romero comentó hace poco que «ser catalán es que salga el sol y decir: 'a ver cuánto dura'». 

El equipo sigue vivo en Liga hasta que las matemáticas demuestren lo contrario, fue primero de grupo en la Champions y se metió en octavos después de dos años fracasando en el intento y sigue adelante en la Copa del Rey. La bala pasó rozando en Salamanca: el Unionistas se adelantó en el marcador y estuvo cerca de hacer el 2-0, pero finalmente la calidad individual desequilibró la balanza en el Reina Sofía. «A veces me desespero porque no hacemos lo que toca», fue la frase más relevante de la conferencia de prensa azulgrana tras el 1-3. 

El 1-4 de la final de la Supercopa impactó de lleno en el pecho del 'profesor' Hernández. Una «táctica suicida», según muchos medios, permitió al Real Madrid (a Vinícius y Rodrygo en particular) descoser al Barcelona con inusitada sencillez. La prensa del 'día después' fue demoledora con el preparador: nadie se explicaba cómo optó por una última línea tan adelantada ante un rival que disfruta corriendo al espacio… en un año en que puntales como Koundé o Araújo (incluso Balde o Christensen) están muy por debajo del rendimiento del pasado curso. La escuadra culé apenas encajó 20 goles en la Liga 22/23 y dejó 26 porterías a cero en 38 partidos; en la presente, con solo la mitad del camino andado, ya ha recibido 22 tantos y son apenas siete encuentros sin recibir ninguna diana. 

Las teorías

Varias teorías conviven en la Ciudad Condal alrededor de Xavi, casi ninguna esperanzadora. La primera, teoría de la conspiración, apunta a que los futbolistas estarían haciéndole 'la cama': sus métodos (y los constantes mensajes desde los micrófonos -carentes de autocrítica- hacia la plantilla) no serían del agrado del núcleo duro del vestuario. La segunda, un rumor muy verosímil, está en la supuesta mala relación entre Deco (impuesto por Joan Laporta como director deportivo) y el técnico azulgrana: la sintonía con el tándem Jordi Cruyff-Mateu Alemany (ambos ya fuera del club) era grande, no así con el portugués. Para Hernández, los fichajes de Raphinha, Vitor Roque, Joao Félix y Joao Cancelo (los dos últimos representados por Jorge Mendes, quien tiene una gran relación con Deco) no pertenecen al tipo de jugador con 'ADN' Barça o similar que deban reforzar al equipo. De hecho,  quería quedarse a Abde, finalmente vendido por 7,5 millones al Betis. En Barcelona pocos olvidan que el actual entrenador culé iba en la candidatura de Víctor Font, rival de Joan Laporta en las últimas elecciones...

De esta situación nace la tercera teoría: Rafa Márquez (íntimo de Deco, también cercano a Mendes y preparador del filial blaugrana desde junio de 2022) está detrás de la esquina, agazapado por si finalmente alguna bala alcanza a Xavi. «Si no ganamos títulos, diré: 'hasta aquí hemos llegado», dijo en la víspera de viajar a Salamanca. De momento, la Supercopa se evaporó hace una semana de forma brutal. La Liga está más que complicada. La Champions es una quimera (a pesar de que el Nápoles, rival en octavos, no está precisamente en su mejor momento). Y en la Copa del Rey, una visita durísima a San Mamés. Muchas balas en el aire.