«Primero llevamos un bar y luego me metí en la enseñanza»

Beatriz Mas
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«En el bar de Piedrahíta podía poner música y tocar. Lo pasábamos bastante bien»

«Primero llevamos un bar y luego me metí en la enseñanza» - Foto: David González

Se le puede ver pasear por Ávila con su inseparable bicicleta. Y es que Jan Bliek es ya prácticamente un abulense más aunque su origen sea Holanda. Vino por primera vez a España en el 79, con unos amigos «para dar una vuelta» y ya le gustó mucho. Su deseo siempre fue salir y estaba pensando en marcharse a Canadá pero, cosas de la vida, su destino finalmente fue España, «que también es muy grande y hay mucho espacio. Además, me gustaban mucho los caballos y aquí es una gozada. Y no tenía que ir tan lejos». «Lo que pasa es que me gustaba más el inglés que el español. No hablaba ni una palabra. Y decidí hacer un curso en el 85 en Salamanca y eso también me encantó», hasta que posteriormente se decidió a venir, terminó conociendo a su mujer, Esther, y se casaron.

Al principio llevaron un bar en Piedrahíta y luego se metió en la enseñanza porque había estudiado filología inglesa. Son profesiones que logró unir a una de sus pasiones, la música, dado que él ya estaba «tocando con gente aquí en España» y ha podido seguir ligado al mundo musical. Al fin y al cabo, había estudiando inglés «principalmente porque quería escribir música y canciones en inglés».

Al preguntarle por cosas que le costaron, todavía bromea con que «las cosas prácticas», como la cafetera. «Me parecía un café muy rico, pero cuando lo querías echar, se iba por toda la mesa porque tienes que levantar la tapa», asegura, mientras también se refiere a la sus dificultades con las puertas de los portales. «Este país es un poco peligroso», bromea al respecto, y habla de cosas «pequeñas», y quizá algo menos pequeño como «el ruido de la gente en los bares» que le «chocó mucho» al principio de su llegada, así como «el trato a los animales me pareció diferente», aunque también señala que son cosas que han ido cambiando. De Ávila le gusta mucho el clima, quizá por el recuerdo del frío, pero también la gente, «más exótica. Cuando llegó reconoce que ellas diferencias le chocaron. Pero después se dio cuenta que todo se va mezclando «y las culturas son bastante parecidas».

Reconoce que normalmente no echa de menos Holanda, aunque quizá el sentimiento cambia algo cuando está allí. Pero al final se ha hecho su vida en Ávila y aquí ha pasado años, primero en Piedrahíta con su mujer porque su suegro tenía un bar y se dedicaron a llevarlo. Para él fue «un cambio bastante fuerte, pero lo bueno era que podía poner música en mi bar y tocar. Lo pasábamos bastante bien».

Pero luego llegó la crisis y se dedicó a la enseñanza, primero en la privada y después con las oposiciones que le llevaron a dar clases de inglés, combinándolo siempre con la música. «También empecé a inventar métodos o material didáctico y dar conciertos didácticos. He dado como 300 en institutos, mientras trabajaba por la tarde en la escuela de idiomas». Ahora, puede que haya llegado la jubilación pero nunca de la música porque las pasiones no se abandonan ni con el tiempo ni por el lugar.