Educación en la sombra

Agencias
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Los padres gastan 1.700 millones de euros al año en clases particulares para sus hijos. ¿Refuerzo o perfeccionamiento? He ahí el debate...

Educación en la sombra - Foto: Imagen de macrovector en Freepik

No hay mayor preocupación para un padre que dar la mejor educación posible a sus hijos y, en muchas ocasiones, cueste lo que cueste. Y cuesta tanto que alcanza los 1.700 millones de euros al año en clases particulares, que no extraescolares, esas que sirven como apoyo y que es un añadido a la formación reglada que reciben los alumnos en el colegio o instituto.

Y 1.700 millones de euros es mucho dinero. Tanto, que da como para hacer un análisis de cómo se gastan las familias este montante y muchas reflexiones sobre por qué hay que suplementar la educación para obtener los mejores resultados académicos posibles.

Por segundo año consecutivo, el Centro de Políticas Económicas de Esade ha hecho una radiografía del mercado de las clases particulares en España, al que denomina Educación en la Sombra (EeS), un sector «informal y poco regulado» que mueve 1.700 millones de euros anuales. ¿Por qué casi la mitad de los escolares recurre a este tipo de lecciones? ¿Está fallando el sistema educativo? ¿O acaso la presión sobre la formación de los jóvenes para que alcancen la excelencia es excesiva?

Por segundo año consecutivo, el Centro de Políticas Económicas de Esade ha hecho una radiografía del mercado de las clases particulares en España, al que denomina Educación en la sombra (EeS), un sector «informal y poco regulado» que revela que en el curso 2019/2020, la cifra de alumnos que tomó clases privadas fue del 47 por ciento: un 46,5 por ciento en la red pública y un 50,1 por ciento en la concertada, con un volumen muy alto en la ESO y Bachillerato (más del 60 por ciento).

«Son cifras que se acercan ya a las de los países asiáticos que hasta ahora veíamos muy lejanas», explican los autores del estudio, el catedrático Juan Manuel Moreno, de la UNED, y el economista e investigador de Esade, Ángel Martínez.

Pese a una desigualdad «muy visible» entre hogares con menores y mayores ingresos, el porcentaje de estudiantes recibiendo clases particulares es muy considerable en todas las familias con hijos en edad escolar, con un suelo del 30 por ciento en las de menos recursos y un techo superior al 60 por ciento en las de más. Aún con estos datos, la crisis de la pandemia, así como la pospandemia ha ralentizado de manera general la expansión de este tipo de clases.

Uno de los temas que mayor interés levanta en este análisis es saber qué materias o qué tipo de clases son las que concentran mayor inversión, «quizá el mejor indicador de lo que las familias perciben como más relevante, ya sea porque creen que la escuela no le dedica el tiempo suficiente o porque se trata de las materias donde hay más dificultades y riesgos de fracaso». En definitiva, si la prioridad tiende más a clases de refuerzo y recuperación para estudiantes rezagados o hacia clases de ampliación y enriquecimiento, en principio para los más destacados.

La tendencia global es que la educación en la sombra está creciendo sobre todo por el lado de ampliar y perfeccionar, tanto en Europa, incluida España, como especialmente en Asia. Así, en nuestro país dos de cada tres euros gastados van para ampliar conocimiento y uno para reforzar.

Son los idiomas los que, por encima de las de otras materias, concentran la mayor parte del gasto: casi la mitad del total (46 por ciento y 764 millones de euros en total); siguen las clases sobre materias curriculares centrales, que suponen un 35 por ciento del total (y 587 millones) y las de arte, más del 16 por ciento (y 272 millones). 

Hogar rico, hogar pobre

El alto gasto en clases de idiomas es el rasgo común más visible entre los alumnos de las tres redes (privada, concertada y pública). Ahora bien, es el mayoritario en la concertada y privada, mientras que en la pública se invierte más en las materias centrales del currículo. Esto «probablemente se explica por la diferente composición de su alumnado, en términos de la capacidad económica de sus hogares». En la red privada, sin embargo, ese gasto es residual, y son los idiomas la categoría que se lleva casi 80 por ciento del gasto. Esto es una prueba más de que los hogares más pudientes tienden a invertir más en clases de ampliación para incrementar la oportunidad de aprender de sus hijos, mientras que los que tienen menos recursos concentran el esfuerzo de gasto en clases para recuperar o reforzar, y así prevenir y combatir la repetición de curso.