Las campanadas anticipadas con más tradición

EFE
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Villar de Corneja, fiel a su costumbre iniciada en 2004, volvió a comerse las uvas a las 12 del mediodía de Nochevieja

Las campanadas anticipadas con más tradición - Foto: RAÚL SANCHIDRIÁN

Cada vez son más los lugares que adelantan las campanadas por distintos motivos, aunque en el caso de la localidad abulense de Villar de Corneja la razón está muy clara desde que en 2004 arrancó esta tradición: la avanzada edad de sus 32 vecinos, la mayoría con más de 80 años que de este modo pueden celebrar que envejecen juntos y que van a por 2024.

Esta iniciativa puesta en marcha hace casi dos décadas por Carmen Hernández, alcaldesa de este municipio próximo a la provincia de Salamanca, ha vuelto a repetirse este domingo en un ambiente festivo en el que los mayores tenían que ser los protagonistas en esta zona de la España vaciada; sin embargo, pocos han podido acudir.

Y es que, el hecho de que Villar de Corneja cuente con una población muy envejecida fue el origen del adelanto de las uvas en este rincón de la provincia de Ávila, en el que quienes estos días llenan sus casas rurales suman tantos vecinos como el pueblo el resto del año -apenas 13-.

La propia alcaldesa reconoce que es una de esas personas que, pese a estar empadronadas en Villar de Corneja, reside buena parte del año en la cercana localidad de Piedrahíta (1.700 habitantes), a unos 10 kilómetros.

Desde que en 2004 Hernández apostó por adelantar las campanadas, sólo han dejado de celebrarse en los peores momentos de la pandemia, de manera que esta iniciativa ya ha cumplido su mayoría de edad, llamando la atención sobre esta parte envejecida de España que reclama más atención.

«Pedir, pedimos, pero dar... nada de nada», ha apuntado a EFE una resignada alcaldesa, minutos antes de que el restaurado reloj de la del Ayuntamiento, comenzara a dar las campanadas en la también remodelada plaza del pueblo.

Carmen Hernández demanda a las diferentes administraciones que «se acuerden» de que están en «la España vaciada», que concedan ayudas para fijar población y atraer a nuevos vecinos, como el caso de Fermín Lecanda, un bilbaíno afincado en Madrid, que desde hace cuatro años buscaba un lugar de retiro que ha encontrado en Villar de Corneja.

En concreto en un viejo molino de agua, situado en un «paraje espectacular, en bastante buen estado y muy aislado», en el que espera pasar largas temporadas cuando, una vez completados todos los trámites administrativos, inicie los trabajos de restauración y lo convierta en su segunda residencia.

Lecanda ha sido una de las aproximadamente ochenta personas que han participado en las campanadas a mediodía de Villar de Corneja, cantando villancicos y brindando por el nuevo año, doce horas antes de que el reloj de la Puerta del Sol certifique el paso a 2024.

Antes de las campanadas 'reales' y rápidas, unas campanadas previas han confundido a algunos de los asistentes, que así han podido completar las doce uvas en dos tandas.

Para ello, la alcaldesa ha repartido entre los participantes las doce uvas en unos vasos que posteriormente se han aprovechado para el brindis con sidra, mientras se degustaban empanada, saladitos y turrones.

Los típicos gorros navideños y las coloridas gafas de varios de los asistentes han adornado la bienvenida al nuevo año, con doce horas de antelación, ante un Belén hecho en cartón, situado a las puertas del Consistorio.

De esta manera, un año más Villar de Corneja ha cumplido con una tradición que se ha consolidado en el fin de año abulense, como un acto simbólico de la situación en la que se encuentra la denominada España vaciada.