Una vida de triunfos con un sello inconfundible

L.C.S.
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Un segundo puesto en el Tour de Francia del año 1967 y doce victorias de etapa en las tres grandes vueltas destacan en un extenso palmarés

Una vida de triunfos con un sello inconfundible - Foto: Archivo

Un palmarés espléndido, en el que destacan 12 triunfos de etapa en las tres grandes, un podio en el Tour de Francia, tres triunfos en la clasificación de la Montaña del Tour y otras tantas en la Vuelta a España, jalonan la carrera deportiva de Julio Jiménez, profesional de ciclismo durante una década, entre 1959 y 1969, consiguiendo un total de 23 victorias. Sus triunfos, junto con su forma de correr y su carácter de pionero en la carrera francesa junto a su némesis en aquellos tiempos en el ciclismo español, Federico Martín Bahamontes, fue forjando la leyenda en la que se acabó convirtiendo el 'Relojero de Ávila', cuya figura trascendió las carreteras para convertirse en un referente del deporte abulense y una persona muy querida por su forma de ser, siempre dispuesto, siempre amable que pasó los últimos años rodeado de sus recuerdos como ciclista de los que fue poco a poco desprendiéndose, regalándolos a quienes hacían algo por él, fuera poco o mucho.

Cuenta Juan Osés en su libro 'Julio Jiménez. El halcón de las murallas', que la primera victoria como corredor de Julio Jiménez fue en una carrera en San Pedro del Arroyo, en donde ganó un trofeo y 150 pesetas. Por aquel entonces ya trabajaba como ayudante de su primo Ángel en una relojería, y de ahí le vendría el apodo por el que fue conocido en el mundo entero. Nacido el 28 de octubre de 1934, se aficionó desde pequeño al ciclismo, deporte en el que destacó desde muy joven, aunque le costara dar el paso al profesionalismo, ya que no fue hasta el año 1959 cuando lo hizo, contando ya con 25 años. De hecho, debutó en el Tour con 29, una edad algo avanzada para ello. Antes de saltar a la máxima categoría, en 1956 ganó la Vuelta a Ávila, y en aquellos años su rivalidad con Esteban Martín, otro ciclista abulense, es máxima. Cumplido el servicio militar en el año 1957, al año siguiente, enrolado en el equipo denominado 'La guardia de Franco', compite en varias carreras en las que coincide con corredores profesionales. Sus buenos resultados le animan a seguir compitiendo y ficha por su primer equipo profesional, el Bilbao Goyoaga, del que pasa, en 1961 al Cotigene, con el que debuta en la Vuelta a España, quedando segundo en la clasificación de la montaña.

En 1962 pasa a formar parte del equipo Faema, con el que es Campeón de España de Montaña y gana una etapa de la Dauphiné Liberé y la Subida a Urquiola. Al año siguiente logra el primero de sus tres entorchados como ganador de la Montaña de la Vuelta a España, y en 1964 llega su debut en el Tour de Francia, en donde gana dos etapas, es segundo en el premio de la Montaña y séptimo en la General, y completa un brillante año ganando el Campeonato de España de Ruta, y dos etapas y el premio de la Montaña de la Vuelta, en donde acaba quinto. El abulense es ya considerado como uno de los mejores corredores del pelotón internacional de esa época.

Jiménez continuó su idilio con el Tour al año siguiente, en el que gana dos etapas más y, por primera vez, se impone en la clasificación de la Montaña, categoría en la que también se impondría en la Vuelta a España de ese año, ganando además una etapa de la ronda española. Cumbres míticas del Tour como el Aubisque o el Tourmalet las corona Jiménez como primero en la famosa etapa con final en Bagneres de Bigorre, en la que se impone en solitario, una de los triunfos más recordados por el 'Relojero de Ávila'.

El abulense cambió de equipo en 1966, pasó del Kas al Ford, con el que se estrena en el Giro de Italia  de la mejor manera posible. La ronda italiana pasó a ser el gran objetivo de Jiménez en su nuevo equipo, en el que coincidió con el gran Anquetil, ya íntimo amigo del abulense tras varios años compartiendo carreras y vida después estas. Líder del Giro desde la segunda hasta decimosegunda etapa, ganó dos etapas de la ronda italiana y fue segundo en la Montaña. Acabaría cuarto en la general, desfondado en la última parte de la carrera después de gastar demasiadas fuerzas en defender la maglia rosa. «Anquetil me decía que la perdiera, que ya la ganaría después, pero yo quería tenerla…. Un par de días más, le decía… y eso me acabó costando no ganar el Giro», reconocía Julio cuando recordaba aquel Giro. En el Tour de ese año, y a pesar del esfuerzo realizado en el Giro, ganó una etapa y volvió a ser el mejor escalador.

segundo en el tour. El de 1967 debió ser el Tour que ganara Julio Jiménez. Corriendo en las filas del Bic, se esfuerza en la Vuelta a España para preparar la carrera francesa, que en esta ocasión se disputa por selecciones nacionales, en vez de por equipos. Este hecho, siempre lo dijo Julio, fue lo que arruinó sus esperanzas de triunfo en una ronda en la que era el más fuerte de los inscritos, pero en la que erróneas actuaciones de equipo, además de escasa colaboración entre los españoles, le acabó facilitando la victoria a Roger Pingeon. Ganó dos etapas (una de ellas en el Mont Ventoux en el recordado día del fallecimiento en esa montaña de Simpson) y su última victoria en la clasificación de la Montaña, pero se quedó para siempre con la espina clavada de no haber podido pasar del segundo al primer escalón del podio.

La desilusión del segundo puesto del Tour y el hecho de contar ya con 34 años, provocan el descenso en el rendimiento de Julio Jiménez, que en 1968 apuesta todo por el Giro, en donde no defrauda ganando dos etapas, pero se cruza en el camino un joven belga llamado Eddy Merckx, que  arrasa con todos. Será la última gran actuación de Jiménez como ciclista, su canto del cisne, porque en el Tour se desfonda pronto en la general, aunque logra un meritorio tercer puesto en la Montaña.

Jiménez se retiró como ciclista profesional en 1969, en las filas del equipo Eliolona, con el que disputa su última gran carrera el Giro de Italia, en el que se cerró una aventura que pudo tener la guinda de un maillot amarillo en el Tour de Francia, pero en la que no le faltó de nada.

Una vez terminada su carrera como ciclista, Julio Jiménez montó varios negocios en Ávila y también hizo sus pinitos como piloto de rallies y comentarista radiofónico, además de acudir, sobre todo en Francia, a varias carreras y homenajes. En los últimos años, siempre acompañado por David Navas, vivió tranquilamente en Ávila, recibiendo varios homenajes, justas recompensas a quien llevó la bandera de su ciudad por todo el mundo.