Un Corpus con la vista puesta en el cielo

M.M.G.
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El temor a la lluvia, que hizo que la comitiva saliera con retraso, protagoniza la última procesión guiada por Jesús García Burillo

Un Corpus con la vista puesta en el cielo - Foto: Isabel García

Con un ojo puesto en la Custodia de Juan de Arfe y con el otro, en el cielo. Así transcurrió para las cientos de personas que este domingo salieron a las calles de Ávila la procesión del Corpus Christi, la última que presidía Jesús García Burillo como cabeza de la Iglesia abulense.

Y es que el agua quiso hacer acto de presencia justo en el momento en que la comitiva, en la que como manda la tradición toman parte los niños que este año han celebrado la Primera Comunión, salía de la Catedral de Salvador.

Pasaban las doce del mediodía cuando los primeros pequeños salían el templo y las gotas comenzaban a caer. Y después de unos minutos de espera, se optaba por volver a meter a los pequeños y tomar unos minutos para decidir si el Cuerpo de Cristo, portado por la imponente custodia de plata, salía en procesión.

Se vivían entonces en el primer templo de Ávila momentos de nerviosismo, sobre todo entre los pequeños y sus padres.

Pero, finalmente y tras comprobar que la lluvia había parado por el momento, se decidía celebrar la procesión, que finalmente salía de la Catedral a la una menos cuarto, con un alegre repique de campanas y con los compases del himno nacional de fondo.

Se dirigió entonces el grupo hacia la calle San Segundo, llena de gente para la ocasión, justo antes de entrar en la plaza del Mercado Grande, también abarrotada.

Fue allí donde, por cierto, los paraguas volvieron a abrirse, al comenzar a caer algunas gotas, lo que hizo que se pensara en tener que regresar antes de tiempo a la Catedral.

Finalmente esas gotas se quedaron sólo en un susto, y la procesión, con sus tres estaciones de adoración eucarística, pudo completarse en su totalidad.

La primera de esas estaciones tuvo lugar en la plaza de Santa Teresa. La segunda, en la plaza del Mercado Chico. Y la última en la plaza de la Catedral, con la bendición del Santísimo. 

También como manda la tradición, las cofradías penitenciales erijan varios altares a lo largo del recorrido para rendir culto a Cristo Sacramentado. 

Y todo ello, claro, con la colorida presencia de los niños de Primera Comunión. Algo más de 250 pequeños, una cifra quizá más alta que otros años, acompañaron a la Sagrada Forma en su recorrido por las calles del centro de la capital.

García Burillo, muy cerca de los niños

Como decíamos, la de este domingo fue la última celebración del Corpus Christi de Jesús García Burillo como obispo administrador diocesano.

En esta celebración tan especial, don Jesús quiso estar muy cerca de los niños de Primera Comunión, dedicándoles en su totalidad la homilía.

Así, el prelado les habló del «misterio» de la presencia de Jesús en la Eucaristía. Un misterio que, les decía, puede explicarse en tres palabras: presencia, amor y sacrificio.

En el primer caso, se refería a la «presencia de Jesús entre nosotros» y «en las calles de Ávila». En el segundo, les hablaba de cómo «la Comunión de todos en el Cuerpo y la Sangre del Señor hace que todos seamos uno». Y en el tercero, recordaba el sacrificio hecho por Jesús, con su «entrega al Padre y a nosotros. En el altar y en la cruz está el mismo sacrificio».

Micrófono en mano, García Burillo pronunciaba estas palabras cerca de los niños, con los que tuvo tiempo también de charlar durante la homilía.