El entierro del carnaval

B.M
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La tradicional sardina que sale del barrio de las Vacas, este año parece que afectada por los recortes, hizo su recorrido acompañada de un grupo de trabajadores del campo con su protesta

El entierro del carnaval

El fin del carnaval siempre se produce con su entierro o, más concretamente, con el conocido 'Entierro de la Sardina' que en Ávila nace desde el barrio de las Vacas con una comitiva fúnebre que lleva su sardina para después quemarla. Y este año no iba a ser una excepción, aunque parece que se trataba más bien de una 'sardinita' con un reducido tamaño, puede ser que también afectada por los recortes. Eso sí, ganaba majestuosidad al presentarse cual Simba en el 'Rey León', alzada al cielo para que todo el mundo la pudiera ver bien.

Además, este año se produjo una segunda peculiaridad y es que la comitiva de las Vacas estuvo seguida por una segunda, la de un grupo de trabajadores del campo dentro de los actos de protesta que se están produciendo estos días. Con ellos iba una pancarta que pedía 'Dignidad para el campo', un ataúd para la agricultura y ganadería y su propia esquela de «Doña agricultura y ganadería la siempre olvidada y vuelta a olvidar» que «ha fallecido por la agenda 2030». Esta esquela partía de «sus desconsolados agricultores y ganaderos asfixiados por los costes de producción, pero aún más por el poco valor de sus productos».

Más allá de esta inesperada compañía, el cortejo de las Vacas vio como su plaza se llenaba de gente para seguir al grupo funerario, con su 'obispo' y demás representantes y con la tradicional esquela que siempre acompaña, llena de ironía y reivindicación. Además, son más que conocidas las letanías que recogen esas reivindicaciones para un recorrido que encabeza la música de la dulzaina y el tamboril. Para ese taño se eligieron algunas como «Y es hora de hablar de nuevo de la desidia municipal. De los que sin hacer ni el huevo se están llenando el costal», «Las peleas de partidos es ya cosa habitual. Los que están allí metidos ya conocen el percal». También «Quiero una ciudad cercana de la que poder disfrutar. Sin tener que hacer yincana cada vez que voy a comprar', 'Aprobando presupuestos manejan dinero ajeno. Nos subirán los impuestos esto ya no tiene freno». Y aunque es cierto que la parte local es siempre esencial en estas letanías, también hay una mirada más allá, en esta ocasión pidiendo «Que terminen ya las guerras, que todos vivamos en paz. Que protejamos la Tierra ante tanta impunidad».

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Este año sin la invitación a sardinas al finalizar que se disfrutó en otras ocasiones, lo que sí se cumplió, como manda la tradición, es que se quemó la sardina dejando atrás el réquiem y las loas y también la bula puesto que se concede la indulgencia para «la exaltación de las fiestas, la participación en todos los actos, la extirpación de los malos agoreros, la colaboración y cooperación como hasta ahora, la conversión y retorno de los apartados, la compresión por los que no son así, el logro de la paz en la ciudad y por el fin de las envidias, comentarios, chismorreos y otras que solo perjudican».