Poesía que ayuda a sanar el alma

D. Casillas
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La poeta Nur Ferrante presentó ayer en el Aula de Poesía Juan de la Cruz su poemario Cuerpo eléctrico, invitando a los presentes a implicarse en la lectura con todos los sentidos

Poesía que ayuda a sanar el alma

La Casa de la Poesía Juan de la Cruz, ágora literaria que coordina María Ángeles Álvarez y acoge la Universidad de la Mística, abrió este martes sus puertas a la poeta madrileña Nur Ferrante, hacedora de versos que ofreció al público una presentación muy original –ella la definió como «experiencial»–, de su quinto poemario publicado, titulado Cuerpo eléctrico, una invitación a «descubrir la poesía como medicina del alma, en la que voz, movimiento y mindfulness se unieron para acompañar en la experiencia de estar presentes ante todo lo que la vida nos trae y poder integrarlo con conciencia y resiliencia, despertando nuestra capacidad creativa y llevándonos a un estado de serenidad, conexión y bienestar».

Se sintió Nur Ferrante «muy honrada, agradecida y feliz» por tener la oportunidad de presentar su poesía en un «escenario que creo que es ideal para ella, y que es todo un honor para mí», un lugar «lleno de significación» y marcado por el espíritu sanjuanista que afirmó que «es especialmente motivador».

El hecho de que la poesía, además de enriquecer el espíritu, pueda ejercer como «medicina del alma», explicó, «es un misterio» que tiene su razón de ser en «el hecho de que la poesía es ese alma, esa luz interior, esa energía vital que está plena de emociones y que nos despierta todos esos sentimientos». La poesía, siguió explicando Nur Ferrante su sentir sobre ella, «es también desafiante en ese sentido, porque nos invita a mirar a veces donde no queremos mirar y también, por otra parte, nos invita a abrirnos a posibilidades que quizás no pensábamos, nos ayuda a encontrar alegría, a encontrar libertad, fuerza de vida».

Para que la poesía –que Nur Ferrante ofreció ayer en la Casa de la Poesía Juan de la Cruz hermanada con la música (la acompañó el grupo Pensires), como experiencia compartida e incluso necesitada de la implicación de todos los sentidos–, alcance toda su intensidad, manifestó, «de alguna manera exige al lector una implicación muy directa», en el sentido de que «no puede hacerse una lectura superficial, tiene que ser valiente y abrirse a eso que está recibiendo para que le pueda transformar y ayudar».

De esa necesidad de ahondar en la lectura poniendo todos los sentidos en ella, resumió, nació esa idea de realizar «una presentación experiencial», y por eso también «he titulado a mi poemario Cuerpo eléctrico, porque sus poemas invitan a sentir todos los cuerpos, el cuerpo físico, el cuerpo mental, el cuerpo emocional, el cuerpo espiritual del alma»; además, uniendo su perfil de poeta con el de ser también fisioterapeuta y osteópata, invitó a los presentes a «vivir plenamente la experiencia literaria, utilizando para ello sonidos relajantes e incluso aceites esenciales», en una experiencia que fue también novedosa para ella».

Como ejemplo del espíritu que sostiene su poesía, sirva el arranque del poema titulado Amo la vida: «Amo la vida/ en todas sus texturas./ La noto dentro de mí/ filtrándose por mis membranas./ Siento el tejido que a todos une/ en el tapiz de los sueños/ convertidos en realidad/ y que nos hacen artistas/ en toda su amplitud/ por el éxtasis que la belleza embriaga».