El asombroso puñetazo del peso pesado

Diego Izco (SPC)
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El Madrid-City, duelo de dos colosos y sus mochilas llenas de respeto mutuo, deja todo en el aire. La vieja Copa de Europa, los veteranos suelen tener más opciones que los noveles

De Bruyne celebra el 1-1 arrodillándose sobre el césped. - Foto: Rodrigo Jiménez (EFE)

Los pesos pesados pegan poco, pero hacen mucho daño. Es la ley más básica del boxeo, deporte puro, sin trampas ni una pelota de por medio en el que un inglés de 2,06 metros y 122 kilos tumba de un derechazo al mentón a un muchacho de Alabama de 2,01 metros y 101 kilos. Si sacan del cuadrilátero a uno de los dos púgiles y ponen a un peso medio, un pelirrojo de Guadalajara (México) de 1,73 metros y 76 kilos, por muy buen boxeador que este sea, lo normal es que salga del combate con los pies por delante. Un solo golpe bastaría. Así se pegaron Real Madrid y Manchester City el pasado martes, dos zapatazos descomunales (con la firma de Vinícius y De Bruyne) en un partido colosal… y así pegarán, casi con toda probabilidad, al rival que enfrente a cualquiera de los dos en la gran final.  

Tanteo

El respeto es lo último que hay que perder, más a estas alturas de competición. Por eso la salida atemorizada del Real Madrid y por eso la contención del City en la segunda mitad, en la que incluso parecía dar por bueno el 1-0. Vinícius marcó cuando lo merecía su adversario y De Bruyne anotó cuando los méritos merengues eran mayores. Ambos equipos vivieron el mismo episodio (semifinales) el pasado curso, y de él se extrajo que cualquiera pudo pasar a la final. Por un centímetro (los tacos de Courtois o el cabezazo de Rodrygo) pasó el Madrid. Es muy poca distancia como para que Ancelotti renuncie al juego de contragolpe y Guardiola se mantenga en la presión alta y cierto 'descuido' atrás. El respeto, inexorablemente, rodó junto al balón todo el partido. 

'Vini'

El brasileño es hoy por hoy el jugador más desequilibrante del planeta. Y Kyle Walker, sin patadas ni artimañas (ambos se abrazaron sonrientes al término del choque), lo contuvo al 90 por ciento. Le bastó un 10 para marcar su 23º gol de la temporada, a los que suma 19 asistencias, y superar los registros de la increíble 21/22. Mientras va descubriendo su techo, puede ir apuntándose que uno de cada tres tantos que marca el cuadro blanco (lleva 121 este curso) llevan su nombre o su apellido. Dudar de Benzema es la moda actual, pero podría aparecer en el Etihad en todo su esplendor. 

La variante táctica

Todo fue «el duelo táctico esperado» hasta que Camavinga abandonó el flanco izquierdo. O Ancelotti detectó que no era el día de Bernardo Silva o el propio francés lo intuyó en la segunda mitad, pero, de repente, irrumpió por el centro y el combinado de Chamartín se adueñó de una pelota a la que había renunciado voluntaria y descaradamente para buscar el rédito del error inglés. Lo de Kroos en las grandes ocasiones es medio escándalo que Modric convierte en uno entero: el croata, 'tocado', se fogueó en la final de Copa e impartió una nueva 'masterclass' ante el City. Jugadorazos. Equipazos. Una tarde de gloria… víspera de otra el próximo miércoles. Y, lo mejor de todo, con espacio (aunque sea pequeño) para la sorpresa en las pizarras. 

Y en Milán...

Mientras tanto, en Milán sonríe el 'outsider'. Cuando Xavi Hernández dijo en septiembre eso de «nos ha tocado el grupo más difícil en muchos años», el dedo acusador del 'localizador de victimistas' se cebó con el técnico del Barça. Le habían caído el Bayern y el Inter. El paso del tiempo le ha dado un buen pellizco de razón: el 'Internazionale' de Simone Inzaghi fue el conjunto veterano que reventó la ilusión del advenedizo. El ágil bloque 'rossonero' de Pioli fue un saco de nervios y los 'viejos' encontraron los huecos por donde hacer sangre: que Dzeko (37 años) y Mkhitaryan (34) hicieran los goles no fue casualidad, sino la respuesta de la lógica del fútbol en la gran competición. ¿O no eran Nápoles y Benfica -precisamente aplastado por el Inter en cuartos- los que mejor jugaban de esta Champions? ¿No era el Milán el más alegre de los que quedaban? La Copa de Europa y sus viejos códigos.