Editorial

Un momento para demostrar al ciudadano quién está de su lado

DAV
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Al margen de que la competencia cultural y patrimonial recaiga sobre la administración regional, el resto de administraciones han de posicionarse

La localidad de Piedrahíta vivió este sábado una de las movilizaciones más numerosas  que se recuerdan, y todo tiene que ver con la salida de unas obras de arte del pueblo que, de alguna manera, se consideran parte del patrimonio de la feligresía de la localidad, al margen de que tengan un propietario titular, y del cierre de un monasterio y un templo que hasta este mes permanecía abierto al culto. 

La conmoción por el hecho religioso es una realidad que no pasa por alto. Igual que el desasosiego que ha supuesto a los vecinos de la localidad abulense la salida de las nueve carmelitas descalzas, a las que la comunidad parroquial de Bocairent, en Valencia, les ha dado una tumultuosa y emotiva recepción sólo un día después de salir de Piedrahíta, dando vida a un monasterio que recuperaba la actividad dos décadas después, y en una localidad con apenas 5.000 habitantes. 

Se desconocen los planes reales de futuro para el inmueble de la Federación Mater Unitatis de Monjas Carmelitas de la Antigua Observancia, propietaria del edificio, al margen de que manifestaran hace unos meses que todo está perfectamente preservado, algo de lo que, decían, era conocedor el Servicio de Orientación y Protección de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León.

La visita, esta misma semana, del propio consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, demuestra un interés y una preocupación por parte de la administración regional por la situación generada en la localidad abulense a la que la institución, en su calidad de garante del interés general, está obligada a dar respuesta.

Independientemente de que la competencia cultural y patrimonial recaiga sobre la administración regional, el resto de administraciones, todas ellas testigos de una acción ciudadana contundente y ejemplar en una provincia en la que cuesta izar la bandera de la movilización, han de posicionarse. El lunes, en el Pleno provincial, habrán de retratarse los grupos políticos sobre este asunto en una moción introducida en el orden del día. Lo fácil será someterse a una declaración de intenciones con poco más recorrido, salvo que quede explícito un mayor compromiso. 

Probablemente la exaltación amaine según avancen los días, pero precisamente para eso están las instituciones una vez que han oído la voz de un pueblo. La escucha atenta carece de sentido si más adelante no se da respuesta. Y precisamente en un momento en el que la despoblación y la preocupación por el futuro del medio rural son prioritarios –al menos de palabra–, la administración, que está al servicio del ciudadano, ha de proponer soluciones y plasmarlas, en este caso, con el objeto de atender a la protección del patrimonio material e inmaterial de nuestra provincia, porque es parte esencial de nuestro pasado y nuestra historia.