Editorial

El turismo religioso es muy importante para Ávila

Diario de Ávila
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En ese amplio abanico de atractivos abulenses, materiales e inmateriales, destaca con mucha fuerza el del turismo religioso

Es Ávila, nadie lo duda, una ciudad turística por excelencia a nivel nacional e internacional, categoría consolidada que bien se merece por atesorar un patrimonio muy rico y variado que abarca más de dos milenios de Historia y que, y eso es muy importante, ha sabido conservar con mimo y dedicación para que esté, a su manera, tal y como lo estaba cuando fue creado. Que fuese declarada Patrimonio de la Humanidad en la primera ocasión que la Unesco hacía ese 'honor' a nuestro país, junto con otras cinco capitales monumentales, no es para nada casualidad.

En ese amplio abanico de atractivos abulenses, materiales e inmateriales, destaca con mucha fuerza el del turismo religioso, un ámbito de llamada para visitantes de todos los rincones del mundo que participa también del encanto doble de lo tangible y lo intangible. 

Atesora Ávila monumentos religiosos sobresalientes (por ejemplo una catedral singular por ser la última románica y la primera gótica de España, o una basílica de San Vicente que es ejemplo del más perfecto y bello románico, aparte de muchos otros), pero quizás entre todos ellos destacan por su enorme fuerza significativa, por su inagotable capacidad de influencia y por ser ejemplo de varios de los mejores aspectos en los que puede destacar una persona (no solo en lo religioso, también en lo intelectual o en lo humano, por poner dos ejemplos), las figuras de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, dos religiosos coetáneos  (místicos y escritores singulares, en prosa Teresa, en verso el simpar Juan) que cambiaron la historia de la religión en España.

De ambos se conservan en Ávila muchos testimonios, especialmente de la primera, y todos y cada uno de ellos son motivo de interés, de devoción, de admiración para miles de turistas que llegados de los cuatro puntos cardinales siguen asombrándose de la grandeza, en todos los sentidos, de dos abulenses universales, cada vez más.

Este turismo digamos que 'religioso', que de forma errónea es a veces es tenido menos en cuenta que el general, aporta mucho a la capital abulense, en lo económico y también en una capacidad de influencia que hace que Ávila sea de alguna manera capital mundial del misticismo, una apuesta por la espiritualidad y sus muchas consecuencias enriquecedoras para el ser humano que no es sólo patrimonio del catolicismo, y que por eso también atrae hasta aquí a practicantes de otras religiones.

Decenas de miles de personas pasan todos los años por Ávila para colmar su deseo de conocer la ciudad natal de Teresa de Jesús, la urbe en la que Juan de la Cruz 'creció' espiritualmente de su mano. Y esos turistas, que siempre se convierten en embajadores de esta 'Jerusalén castellana', son muy importantes, tanto como todos los demás, y por eso hay que cuidarles exactamente igual.