La ola ganadora, los sondeos, la división de la derecha, la movilización de la izquierda son algunas de las razones de los resultados de las elecciones generales del pasado domingo. Parece que la derecha tiene más que complicado gobernar ya que no dan los números después de que PNV se niegue a apoyar a un PP que necesita a Vox. Por la izquierda, la dependencia de Sánchez está en el partido del golpista fugado Puigdemont quien pondrá un precio altísimo, si llegan a un acuerdo. A estas alturas, con Sánchez todo es posible. No hay por tanto que descartar nada, incluso la repetición electoral. Y esta situación endiablada es fácil imaginar que no augura nada bueno para la ya maltrecha economía española.
De hecho, no habían pasado ni 24 horas del recuento final y ya varias casas de valoración de deuda ponían el grito en el cielo y "amenazan" con bajar la calificación de la deuda pública española. Tampoco los inversores han valorado lo ocurrido con tranquilidad. Cierto que el mercado de acciones no sufrió estos dos primeros días tanto como cabía que esperar, pero sí parece haber frenado la tendencia alcista que llevaba el IBEX 35. Ha habido mensajes hasta de La City londinense y nadie descarta el fracaso de la presidencia de turno del semestre europeo o del reparto y llegada de nuevos fondos europeos.
La economía española ya daba signos de debilitamiento mucho antes de las elecciones. Lo hemos visto en el mercado laboral y lo veremos un mes más este julio a pesar de estar en plena campaña veraniega. Los fijos discontinuos distorsionan la realidad y maquillan las cifras de paro, aunque ya está ahí Eurostat para recordarnos que somos el país con mayor tasa de paro. No hay que olvidar además que la eurozona se ha estancado, según la última revisión de datos, y no ha entrado en recesión por apenas una décima. Son nuestros mayores compradores, así que el sector exterior, un auténtico salvavidas en los momentos complicados en el consumo interior, puede dejar de serlo y complicar aún más la situación.
Por si fuera poco, en unos meses volverán las reglas fiscales a la Unión Europea. Así que España muy endeudada tendrá que hacer grandes esfuerzos para reducir el gasto o aumentar los ingresos. Si gobierna Sánchez y todos sus socios habrá más gasto así que de nuevo y masivamente subirán los impuestos, a pesar de que ya lo han hecho hasta más de 40 veces. Si ya somos el país europeo donde más poder adquisitivo y más renta per cápita hemos perdido los ciudadanos es fácil imaginar que nos esperan tiempos difíciles. Si, además, cumplen sus promesas electorales, no va a confiar en España ni el Tato. Veremos.