Grandes paisajes poblados por pequeños personajes

D. Casillas
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El fotógrafo vallisoletano Ángel Pérez Gómez expone en la Biblioteca Pública de la Junta una colección de imágenes de gran fuerza lírica y documental en las que reflexiona sobre la relación del hombre con la naturaleza

Grandes paisajes poblados por pequeños personajes

Ángel Pérez Gómez, fotógrafo que preside la Asociación Fotográfica Vallisoletana, inauguró en la Biblioteca Pública de la Junta de Castilla y León en Ávila una exposición en la que, bajo el título 'Factor humano', compone un mosaico de hermosas imágenes en las que el hombre es retratado de tal manera que su protagonismo, siendo evidente, queda habitualmente solapado o minimizado por la grandeza del entorno natural que le rodea.

La exposición la forman de 17 fotografías de 91x61 centímetros, unas en blanco y negro y otras en color, elección estética que realiza en función «del significado que quiera darle a la imagen», en las cuales, de la mano de una muy agradecida capacidad para contar mucho en sólo una imagen, Ángel Pérez juega con acierto a contar, entre otras cosas, que «el ser humano es insignificante en el amplio entorno que lo rodea aunque ese mismo entorno lo necesita para formar parte de el».

Escenarios espectaculares de Galicia (la plaza de La Lanzada, O Grove, Muxía, la Costa da Morte...), Navarra y Castilla y León (el Canal de Castilla...), aún son más impresionantes tras quedar inmortalizados por la cámara de Ángel Pérez, son los protagonistas de estas imágenes, unas instantáneas muy trabajadas en todos los sentidos –y en las que no queda nada a la casualidad– en las que siempre el ser humano encuentra la presencia buscada por el fotógrafo –a veces conseguida después de largos tiempos de espera–, unas pocas veces en primeros planos, otras muchas apareciendo con mucha sutileza pero tanta o más fuerza expresiva.

El espectador, que seguro que se alegra de haberse decidido a visitar una exposición que cuenta tanto y con tanta belleza, se enfrenta a unas imágenes que cuentan más que lo que dicen en un primer momento, en parte porque el fotógrafo consigue implicar a quien mira su obra, haciéndole incluso cómplice. Y todos esos logros de esta colección de fotografías lo son gracias a un trabajo exquisito y llevado a muy buen puerto, en el que hay unas composiciones muy trabajadas –con algo de la esencia de la pintura clásica a la hora de crear las líneas maestras–, unas diagonales perfectamente encontradas para llevar la mirada del visitante a donde se quiere, y casi siempre con unos cielos cuyas nubes aportan una buena parte del significado conjunto de la obra.

Ángel Pérez acompaña cada una de esas fotos con un pequeño cartel explicativo, a veces formado por solo una frase, a veces por un pequeño párrafo, un acercamiento al hecho creativo que, igual que las fotos, siempre deja la puerta abierta al espectador para que descubra más indagando en lo que ve.

Es bueno mirar lo que vemos siempre desde una nueva perspectiva, bien sea lírica, descriptiva o de denuncia, y ese redescubrimiento, desde el portal de la belleza y la reflexión serena, es lo que ofrece esta exposición que lleva al espectador por caminos de sosiego y plenitud que esconden, para quien sepa leerlas, muchos miles de sugerentes palabras.