Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Galicia

20/02/2024

Si no recuerdo mal, las elecciones gallegas de este 2024 son las primeras en las que no han ganado todos. Una indiscutible novedad. Hasta ahora, estábamos acostumbrados a escuchar a los líderes políticos de cualquier laya o condición valoraciones positivas fuera cual fuera el resultado. Siempre había algo salvable: la participación, la ausencia de incidentes, la victoria en tal o cual demarcación, el incremento porcentual en una ciudad o comarca determinada, la pérdida de votos de algún rival… En fin, que no todo había sido negativo. Bueno, pues el domingo pasado se cortó esa racha. El BNG reconoció que, pese a su fuerte subida, sus 25 parlamentarios (6 más que antes) no tendrán opciones de nada dada la mayoría absoluta del PP, que ha perdido 2 escaños mas puede gobernar en solitario. Los nacionalistas crecen, pero…El PSG-PSOE se ha dado un tremendo (y esperado) batacazo y no se ha ahorrado lamentos. Le ha faltado, eso sí, autocrítica. Ni en Santiago de Compostela ni en Madrid han reconocido errores de bulto, que los ha habido, ni se ha oído un solo propósito de la enmienda. Como si no hubiera pasado nada. Y más a la izquierda de los socialistas, ídem del lienzo. ¿Qué más necesitan Sumar y Podemos para entender que no pueden seguir dándose garrotazos entre ellos?, ¿se conformarán con un pequeño alivio, si llega, en las vascas o en las europeas? Tampoco hemos visto darse golpes de pecho a Santiago Abascal ante la debacle anunciada: solo 32.493 votos (2,19%) y ningún parlamentario. Así las cosas, ardo en deseos de conocer el análisis de nuestro vicepresidente García-Gallardo, que rápidamente saca conclusiones cuando su partido triunfa, avanza o algo así. Y también si Mañueco le lanza algún dardo o si se conformara con alguna sonrisa irónica y un aplauso, como en los Goya, y dedicará toda su artillería, según acostumbra, contra Pedro Sánchez. En el PP de aquí están eufóricos y no es para menos. Feijóo continúa firme. Esperemos que esa euforia, esa alegría incontenible, se traduzca en algo concreto. Por ejemplo: en activar la aprobación de los presupuestos, que, oiga, ya va siendo hora.