Las escasas precipitaciones desde abril agudizan la sequía

Juan Ruiz-Ayúcar
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Durante 2102 se lleva registrado un total de 142 litros por metro cuadrado, de los que la mitad se produjeron en el cuarto mes, cuando en 2011 ya sumaban en agosto 213,3 litros

Imagen del río Adaja a su paso por Ávila. - Foto: Antonio Bartolomé

Mal empezaron las cosas durante el primer trimestre del actual 2012 para el abastecimiento de agua en la ciudad de Ávila, en plena temporada de invierno y con una acumulación de precipitaciones que no pasó de 38,6 litros por metro cuadrado. De lo exiguo de tal cifra dicen otros períodos semejantes de años anteriores, no caracterizados precisamente por su generosidad pluviométrica. Con sólo retrotraernos al muy seco año 2011, observamos desde la distancia que en el primer trimestre se recogieron en el Observatorio de Ávila 88,4 litros, es decir, más del doble que en el año actual, de los que 21,6 se produjeron en enero; otros 17,6 en febrero y 49,2 en marzo.

Los 72 benditos litros de precipitación durante el siguiente mes de abril infundieron esperanzas de crecida de los caudales que abastecen a nuestros embalses, pero todo se quedó exclusivamente en agua de borrajas, puesto que desde mayo tan sólo se acumularon 31,4 litros en los cuatro meses que nos han traído hasta septiembre.

Mucha culpa de lo ocurrido este año la tienen los meses de mayo y junio. Sólo dos días de precipitaciones en todo el mes hicieron que el pasado mayo fuera más seco en Ávila de lo que ha venido siendo normal en las últimas décadas. La precipitación de 5,6 litros por metro cuadrado fue todo lo registrado en el Observatorio Meteorológico de la capital, repartido en tan sólo dos días, como fueron el tercero del mes, con 3,8 litros, y la siguiente jornada, cuando hubo una ligera precipitación de 1,8 litros.

El resto de mayo, la lluvia no hizo acto de presencia, pero menos aún lo hizo al mes siguiente, cuando sólo se recogieron 0,4 litros en una sola jornada al inicio del mes.

 La primera consecuencia de lo ahora relatado es que los malos augurios son cada vez peores, y podrían obligar al Ayuntamiento abulense a tomar medidas restrictivas en el consumo de agua vecinal (ya se hizo en parques y jardines) si con la llegada del otoño no se produce un cambio de tendencia. Habrá que cruzar los dedos para que el resultado final desde el presente mes de septiembre, con el inicio del otoño, no ocurra nada semejante a lo padecido el pasado año, cuando no llovió absolutamente nada hasta bien entrado noviembre, quedando la acumulación anual de precipitaciones en 296,5 litros, cifra que entra de lleno en los parámetros de la sequía más o menos pertinaz, según su duración.