Frente al 'bullying', hay que acabar con la ley del silencio

I.Camarero Jiménez
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El ex jugador de baloncesto Iñaki Zubizarreta invitado por el CES 'desnudó' su historia de acoso ante 114 escolares abulenses

Frente al ‘bullying’, hay que acabar con la ley del silencio - Foto: Isabel García

El Consejo Económico y Social de Castilla y León (CES) está de celebración, 30 son los años que cumple, y para la ocasión está desarrollando diferentes actos. Uno de ellos paró este lunes en la capital abulense y ha sumado a sus filas a Tribuna Grupo, además de contar con la colaboración de la Fundación Ávila. Precisamente el auditorio de esta última se prestó para la interesante y sobrecogedora conferencia con motivo del cumpleaños. Fue el momento de hablar de ‘bullying’ y de hacerlo en primera persona. Eligieron al ex jugador de baloncesto Iñaki Zubizarreta, quien fue capaz de captar la atención del público al que se dirigía, un centenar muy largo de escolares de la ciudad, flanqueados por una gran representación de las autoridades abulenses, y con gran presencia de la comunidad educativa.

En parte por ahí, por la educación, hay que empezar a concienciar sobre un gran mal que afecta a la sociedad. No sólo es la educación, también el ámbito laboral, también el social... Pues aún impera en todos ellos, decía Zubizarreta una dolorosa Ley del silencio que hay que empezar a cambiar. Porque en cuestión de bullying esos silencios hay que romperlos más que nada porque no son elegidos, son impuestos por gente que no tiene en consideración a las personas.

Los silencios se rompen con la palabra, «si es positiva te hace crecer», pero «si es negativa te destruye».

Su historia desde luego sirvió para que los chavales apenas pestañearan en la primera parte de un encuentro que después se abrió a preguntas.

Zubizarreta vivió en sus carnes y siendo un niño el acoso escolar en su máxima expresión, un acoso que le llevó a ponerse al borde de un acantilado al que le empujaron las palabras, ésas que hacen más daño que los puños, aunque de estos también hubo en su trágica existencia y siendo muy niño. 

La historia de acoso escolar comenzó a vivirla con 11 años, en Primaria. Su gran estatura fue la «excusa» de unos cuantos para empezar a hacerle sufrir hasta la destrucción que por suerte salvó «in extremis». Pensar en su familia le llevó a levantarse, una familia que antes de que él viviera las tremendas consecuencias de esta lacra que es el bullying,  había vivido la pérdida en un mismo día de dos de sus hermanos ¿Cómo se repone una familia a eso? Y por qué darles el disgusto a sus padres de perder a un tercer hijo en tan corto espacio de tiempo. Eso le salvó y el deporte también. Ahora quiere hablar de su triste infancia en la que a su yo niño no se le permitió ejercer como tal, se le etiquetó, se le pegó y se le hundió en lo más profundo de un abismo del que logró salir.

Sin pestañear, así estuvo el auditorio, sobrecogido y ojalá que aprendiendo una lección tan sencilla como que hay que respetar a las personas, sus derechos, que no debemos hacer a nadie lo que no queremos que nos hagan, que no hay excusa, que todos somos personas y que ninguna es igual a otra así que ninguna diferencia puede servir de excusa para que el acoso comience. Dureza absoluta de la que los chavales deben ser conscientes, pero no sólo ellos, también los adultos que contribuyeron y aportaron a aquella historia de acoso escolar a un niño que sólo por ser alto fue tildado de retrasado mental, castigado día tras día a estar sólo y eso le vino de la mano de su tutora, de aquella profesora de matemáticas que no intentó siquiera entender una situación, una cosa de niños que no era tal y como ella los padres de sus acosadores y otros más que no pusieron pie en pared y dijeron que hasta ahí se había llegado. 

El caso es que todo empezó como una broma, pero «cuando ésta se mantiene en el tiempo se convierte en pesadilla». Así fue en el caso de Zubizarreta. Este lunes un centenar de niños fueron testigos de aquello y a ellos les dejó algunos asuntos sobre los que al menos reflexionar: el poder de la palabra, de las redes sociales, que han hecho que el acoso escolar se convierta en un tema social que «se nos ha ido de las manos», con esos teléfonos detrás de los cuales hay personas a las que a veces se les empuja hacia el suicidio que, tristemente,  algunos llevan a cabo porque están destrozados.

Suicidios ¿un acto de cobardía o de valentía? Sin duda para el conferenciante, una «pregunta trampa». Tras ello lo que hay es ante todo una persona «desesperada» o lo que es lo mismo «sin esperanza».

Zubizarreta con sus más de dos metros de envergadura lo sufrió. Como decíamos su estatura (heredada de sus padres) fue el detonante, la excusa: con 12 años medía 1,82 metros;con 14, 1,98 y con 15, mas de dos metros. ¿Suficiente para destrozar una vida? Desde luego que no. Ahora este ‘gran hombre’ conciencia sobre un asunto sobre el que sin duda hay que reflexionar. No son cosas de niños...

Iñaki Zubizarreta fue jugador profesional de baloncesto, militando en equipos como el Baskonia, Caja Bilbao, CAI Zaragoza, Valencia, Tenerife o Huelva, y en la actualidad colabora con la ACB en la campaña ‘Actuamos Contra el Bullying’.

Para el presidente del CES, Enrique Cabero desde luego que la organización de esta charla había sido una gran idea en el sentido en que entendió que la misma había dejado en el auditorio una «magnífica explicación» en torno a una materia especialmente importante porque «hablamos de la dignidad de las personas y los derechos fundamentales», pero además de «una etapa fundamental para el desarrollo del ser humano como es la educativa» y es que «precisamente la escueda debe  de ser un espacio libre de violencia, un espacio de formación, de respeto y de avances hacia los derechos fundamentales y la dignidad». Entre todos decía «debemos contribuir a la erradicación del acoso escolar y hacer posible que esta lacra desaparezca con formación, sensibilización e información» con la ayuda de todos pues es a todos a quien compete la educación.