El botín de Cs: 57 concejales que deciden las grandes ciudades

David Alonso
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Populares y socialistas pugnan por atraer a su electorado a los casi 100.000 votantes que los naranjas obtuvieron en 2019 en los principales ayuntamientos para inclinar la balanza a su favor

Francisco Igea, cara visible de Cs en Castilla y León, durante un acto con el vicealcalde de Burgos, Vicente Marañon. - Foto: Ical

Cien mil votantes y algo más de medio centenar de concejales. Este es el saldo que presenta la 'cuenta corriente' de Ciudadanos en los 23 grandes ayuntamientos de Castilla y León. Números logrados en mayo del 2019 antes de que el famoso «Con Sánchez no», del defenestrado Albert Rivera, abriera la caja de los truenos en la formación liberal. Un suculento botín sobre el que Partido Popular y PSOE llevan con la vista puesta desde hace varios meses, conscientes de que asaltar los restos del naufragio naranja podría ser la clave de bóveda sobre la que forjar los bastones de mando en los principales municipios autonómicos. Más si cabe en un año netamente electoral, donde, pese a los esfuerzos socialistas de desvincular ambos comicios, los resultados que salgan de las urnas el próximo 28 de mayo marcarán la línea de lo que ocurra a finales de diciembre en la pugna por hacerse con el Palacio de la Moncloa.

El conocido como 'centro' ideológico, en el que siempre se han ubicado desde Ciudadanos, hace que, en teoría, el destino de sus votantes pueda tornarse hacia posiciones ligeramente más progresistas o a posturas más conservadoras, en función de las conyunturas sociales y económicas. Es en esos bordes del centro ideológico donde PSOE y PP quieren hacer caja con los exvotantes liberales, y en esa dirección apuntan varios de los últimos movimientos en ambos partidos. Sin ir más lejos, los fichajes de Íñigo de la Serna o Borja Sémper para el Comité de Campaña popular escenifican el viraje al centro de un PP sabedor de que buena parte del electorado naranja salió de su cantera.

El PSOE lucha por su parte en tratar de centrar el debate a escala local y hacer valer su poder municipal. Por el momento, todas las encuestas y los resultados de elecciones como las autonómicas de Castilla y León, Andalucía o Madrid ratifican la práctica desaparición de la otrora tercera fuerza política de España. Por poner un ejemplo, solo en los comicios autonómicos de febrero del pasado año, los de Francisco Igea cayeron a 55.000 votos desde los 205.000 de 2019.

Traducido al ámbito local, y siguiendo esa progresión de perder tres de cada cuatro papeletas, la representación de los naranjas en los grandes consistorios de Castilla y León pasaría de 100.000 electores a poco menos de 25.000. Un suelo difícil de adivinar, más si cabe cuando la formación acaba de culminar un proceso de renovación interna, y todavía tiene que realizar una purga interna y dar a conocer a sus candidatos a las nueve capitales.

Los trofeos

Cincuenta y siete concejales –solo un alcalde entre ellos, Mario Simón en Palencia–, o, lo que es lo mismo, el 11% de los 512 de los principales ayuntamientos regionales. Una cifra más que suficiente para decantar el futuro político de estos. Grandes plazas como Valladolid, Burgos, León o Salamanca cuentan con entre tres y cinco ediles naranjas que servirían para consolidar el poder socialista en las tres primeras, o el popular en la capital charra. O, por el contrario, para girar la moneda y que los de Alfonso Fernández Mañueco recuperen la 'santísima trinidad' del poder local autonómico, desbancando a Óscar Puente, Daniel de la Rosa y José Antonio Díez de sus cargos.

Escenario que se repite en la práctica totalidad de los consistorios de más de 10.000 habitantes, donde el ajustado margen de concejales haría que cualquier ligera variación remueva o refuerce los bastones de mando existentes. Unos comicios municipales a los que los socialistas llegan con la delantera en catorce de los 23 grandes ayuntamientos de Castilla y León, mientras que los populares lo hacen en seis, y en tres están empatados.

¿Quién se beneficia?

El notable auge que todas las encuestas auguran a los populares en Castilla y León hacen presagiar que pueden ser uno de los grandes beneficiados por el trasvase de votos liberales. Realidad que también ratifica el último barómetro publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) –relativo a diciembre de 2022–. Aunque se trata de estimaciones a nivel nacional, lo cierto es que los datos dejan entrever la senda que podrían seguir los exvotantes de Ciudadanos una vez descartada la papeleta naranja. El estudio sostiene que cuatro de cada diez votantes de Cs en 2019 votarían ahora al Partido Popular, mientras que poco menos del diez por ciento lo harían al PSOE. Llama la atención como tan solo un 20% reconoce que volvería a votar a los liberales. Unos datos que ponen de manifiesto cómo la balanza podría inclinarse finalmente hacia la derecha, siendo el PP el gran beneficiado de la fuga masiva de votos del centro.

No obstante, la situación en Castilla y León cuenta con sus particularidades. El estallido del Gobierno PP-Cs en vísperas de la Navidad de 2021 generó una ola de indignación entre los votantes naranjas. Además, el único procurador que mantienen en las Cortes, el exvicepresidente Francisco Igea, ha señalado a Alfonso Fernández Mañueco como el 'enemigo público número uno' de los liberales, algo que podría servir para arrastrar electores al botín socialista. Más si cabe tras unos meses de tímidos pero constantes acercamientos entre el propio Igea y el Grupo Socialista de las Cortes, que ahora votan juntos en muchas ocasiones.