Música de los 80 para revivir el espíritu de aquella década

D. Casillas
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El espectáculo 'El Viaje', mucho más que un mero tributo a una época cultural singular y aún viva, ofreció ayer en el Lienzo Norte la primera de las tres sesiones que ofrecerá hasta este sábado

Música de los 80 para revivir el espíritu de aquella década - Foto: Isabel García

Una selección de lo mejor de la espectacular e inmarcesible música que se hizo en los años ochenta, pero no como mera sucesión de canciones (que quizás no fuese poco) sino formando parte muy coherente de un hilo argumental que convierte esa rememoración en una historia muy humana, con humor, con drama y con pasión , es lo que ofrece el espectáculo El Viaje que ayer ofreció en el Lienzo Norte la primera de las tres sesiones que levantará en este mismo escenario (hoy y mañana son las siguientes), un show muy cuidado y muy vivo que se estrenó hace un mes en Zaragoza y que tras pasar por Albacete y nuestra capital llegará la semana próxima a Madrid.

Naím Thomas, en el papel de Dani; Lúa Mínguez, su hija Ali; Ricky Mata, Néstor; Ana Dachs, Emma; Jaime Bayo, Toni (actores que son también cantantes), y la banda formada por Daniel Bilanin, Diego Illan, Yago Salorio y Álvaro Cruz (que no sólo interpretan la música en directo sino que también interactúan en el desarrollo de la historia) son los protagonistas de este espectáculo (todos ellos con una firme trayectoria a sus espaldas excepto Lúa, que vive su primera experiencia en este campo pero lo hace muy bien) que aunque acaba de saltar a las tablas ya está muy bien engarzado en todos sus detalles, y con una gran capacidad de implicar al público.

Un padre y una hija (Dani y Ali) llevan el hilo conductor de la trama, que en esencia viene a ser el empeño conseguido del progenitor de mostrar a su hija cómo era una época en la que no existían los móviles ni las redes sociales e igualmente se podía ser feliz. Esa pequeña lección de historia reciente, que también lo es de alguna manera de vida, viene de la mano de canciones inolvidables de grupos o solistas como Queen (Love of my life), The Police (Every breath you take), Bruce Springsteen (Dancing in the dark), Elthon John (Your song), John Lennon (Imagine), David Bowie (Space Oddity).

Naím Thomas resumió que el espíritu de El Viaje es «dar un salto al pasado, hasta los años 80, para conocer cómo eran, pero no solamente en lo que se refiere a la música sino como una forma de vivir que era muy diferente a la actual». La idea, añadió, no es tanto «mitificar aquellos años y aquella música» sino «tratar de entender un momento intenso en el que la imaginación, que ahora está perdiendo mucha fuerza, era lo más importante que se tenía, junto con una gran ilusión en un momento de cambio muy significativo».

Con este espectáculo, siguió explicando, «queremos decir también que mucho de lo que tenemos ahora viene de los años 80, pero haciéndolo desde un punto de partida digamos que unionista en el sentido de decir que aquella época fue muy importante, pero que lo que somos ahora es el resultado de todas las décadas anteriores y posteriores».

En El Viaje, acabó, «hay una historia contada con mucho humor, muchos bailes y canciones por todos conocidas, muchos hits que en algunos casos no son los típicos», escenificado todo ello no solamente por los actores sino también «por unos músicos que participar activamente y están en la trama», conformando todo ello «un cóctel con muchos ingredientes que deja en quien lo prueba un sabor muy agradable».

Madre e hija. En el mismo sentido se expresaron Lúa Mínguez y Ana Dachs, que coincidieron en definir El Viaje como «una mirada nostálgica los años 80 partiendo del presente», pero «con una nostalgia viva porque es una música que no pasa de moda, que son hits que se conservan casi a nivel histórico y que ya comparten varias generaciones».

La 'larga vida' de esas canciones, comentaron ambas, hace posible que el público que asiste a este espectáculo «sea muy variado en edad, con padres que vivieron los 80 y vienen con sus hijos a vernos, jóvenes que en muchos casos ya se saben esas canciones aunque a veces no fuesen conscientes de que las conocían».

La diferencia entre este tributo a los 80 y otros que se han hecho anteriormente, apuntaron, es que «huimos de la superficialidad que puede significar solamente ofrecer un conjunto de canciones y apostamos por interpretarlas dentro del hilo conductor que significa una historia familiar» en la que, concretó Lúa, «yo soy la representación de la adolescencia actual, que vive rodeada de tecnología y de las redes sociales y muy en desconexión de lo que era la época de nuestros padres; entonces mi padre intenta que yo conozca cómo era aquella vida, cuando se vivía sin esa tecnología, sin móviles, y de alguna manera lo consigue».

Todos esos argumentos, añadió Ana Dachs, «consiguen que el público se implique mucho en el espectáculo, que participe interactuando con nosotros», una conexión que considera que «es muy positiva, muy motivadora, y que hace posible que además de entretenimiento y diversión haya en el espectáculo mucha emoción compartida».