Secretos del cielo desde un observatorio milenario

D. Casillas
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El Altar de los sacrificios de Ulaca, cuya escalera se alinea con el punto más bajo del sol en todo su recorrido por el firmamento, sirvió ayer como privilegiado y emocionante mirador para unir nuestro pasado con el presente

Secretos del cielo desde un observatorio milenario

Una treintena de personas disfrutaron este jueves en el castro vettón de Ulaca del espectáculo natural del solsticio de invierno, un acontecimiento astronómico que contemplaron –con la emoción que da hacerlo desde un lugar cargado de simbolismo único en Europa– teniendo como punto de observación el inmarcesible Altar de los sacrificios tallado en la roca viva de ese oppidum milenario.

Terra Levis, área de investigación del Museo Abierto de las Sierras de Ávila y el Valle Amblés, organizó esa actividad en colaboración con el Ayuntamiento de Solosancho y el área de Cultura de Diputación Provincial, una cita en plena naturaleza que unió el presente con el pasado teniendo como mirador privilegiado ese altar granítico del que, explicó Juan Pablo López, responsable de Terra Levis, «se ha descubierto que sus escaleras se alinean perfectamente con el Risco del Sol, esa montaña que destaca en la Sierra de las Parameras, y con la posición solar en el momento en el que el astro está más bajo, que es en el solsticio de invierno, exactamente a las 11 horas y 32 minutos».

Emocionado por el espectáculo ofrecido por la naturaleza, acrecentado el encanto por revivirlo en un lugar lleno de historia y de magia, añadió que «el sol sale por el Este y desde el amanecer hace su recorrido hasta situarse encima del Risco del Sol, al Sureste, momento increíble en el que las escaleras del Altar se alinean con el propio risco y la posición del sol».

Contemplar «el sol en su punto más bajo de todo el año alineado con el Altar de los sacrificios de Ulaca es algo muy emocionante, que también nos recuerda que el topónimo del Risco del Sol ha pervivido desde la prehistoria hasta nuestros días, demostrando la monumentalización que hicieron de la montaña en época prehistórica, que pervivió y que trascendió incluso al conocimiento del propio castro». Recordó López que «este castro se descubre en el siglo XIX, cuando Gómez Moreno hace su primera descripción, pero no es ya hasta el siglo XXI cuando Manuel Pérez identifica la alineación del Altar de los sacrificios con el Risco del Sol y la posición del sol en el solsticio de invierno, lo cual evidencia que ese topónimo ha trascendido a los siglos».

El momento y los monumentos, los naturales y el tallado por los vettones, «muestran cómo interpretaban nuestros vettones su propia cosmogonía, cómo eran adoradores del sol, porque en el Altar de los sacrificios se recogen fenómenos que tienen que ver con la posición del sol también en el solsticio de verano e incluso los días 1 de noviembre y el 20 de febrero,  festividades importantes en el calendario celta». Y a ello se suma «la maravilla» de que también ayer, en el ocaso, «las escaleras del Altar de los sacrificios quedan alineadas con el Risco del Sol mostrando la posición de Sirio, la estrella más brillante en el firmamento, y la constelación de Orión».

Todo ello evidencia que «estamos ante un altar astronómico de época prehistórica de primer orden, que no tiene nada que envidiar a otros observatorios astronómicos que son muy reconocidos en otras partes del mundo», otro gran detalle que demuestra que nuestros antepasados tenían unos conocimientos asombrosos sobre el firmamento, «en parte por cuestión de supervivencia, porque para ellos era fundamental para conocer los ciclos de la vida, las épocas de siembra, de lactancia y nacimiento del ganado, las épocas de recogida... Al final todo ello significa estar en sintonía con la naturaleza, con el espacio y con el territorio, también reunir a la comunidad en torno a una ritualidad que también cohesiona al grupo».